miércoles, 23 de agosto de 2017

Otra vez los fanáticos asesinos

Por segunda vez hemos sufrido el ataque de unos ignorantes fanáticos, y de nuevo el dolor en todos los ojos y el corazón envuelto en miedo y en incertidumbre. Desde aquella terrible masacre de los trenes, con la que descubrimos atónitos que un nuevo e imprevisible mal había anidado en nuestro país, no habíamos tenido de él más noticias que las que venían del exterior. Fueron trece años en los que todos los intentos asesinos de estos tarados fracasaron por el buen hacer de quienes habían de impedirlo. Pero ya se sabe que, por eficaces que sean los cuerpos de seguridad, y los nuestros lo son en grado sumo, la inmunidad absoluta siempre tiene una fecha de caducidad. Esta es una guerra que nos han declarado a largo plazo y durará mientras no se acabe con ellos.
La triste experiencia de estos casos nos deja siempre una secuencia que se repite con exactitud y que pone en evidencia las diversas posiciones y actitudes sociales, las positivas y las negativas, las que ayudan a fortalecer el ánimo ante tanto dolor y a vislumbrar una esperanza, y las que con su ruindad nos hacen de nuevo volver al bajo suelo de la decepción. Hay siempre tres aspectos que nos reconfortan con su plenitud y que dan la medida de nuestros valores como sociedad y nos ayudan a fortalecer la confianza en el modo de vida que nos hemos dado. Uno de ellos es el pueblo, la gente de la calle, generosa, solidaria, dejando en libertad a sus sentimientos más hondos, siempre dispuesta a la ayuda, incluso a riesgo de perder su vida. Otro son las fuerzas de seguridad, con su labor callada y tenaz, siempre eficaces, capaces de desentrañar en un tiempo mínimo el siniestro misterio de los asesinos. Y otro el triunfo de los símbolos como catalizadores imprescindibles de todos los sentimientos: las concentraciones, los minutos de silencio, los altares callejeros, las flores, las frases de siempre, tan bonitas y sinceras como inocuas. En el otro lado está la evidencia de la incapacidad de la clase política en general, pero sobre todo de los antisistema, para estar a la altura de la sociedad, la desunión, la búsqueda de ventajas partidistas, la cobardía del buenismo, la debilidad para tomar medidas como filtrar la inmigración o controlar las mezquitas y sus imanes, la falta de reconocimiento del fracaso de la multiculturalidad y de que coexistir no es lo mismo que integrarse.
Quizá el fanatismo sea la peor condición a la que puede descender el hombre y también el peor enemigo contra el que combatir, porque ni la todopoderosa razón, ni la clarificadora lógica, ni siquiera la evidencia suprema de la realidad son capaces de vencerlo. Es inútil razonar con un fanático; es inútil tratar de demostrarles que se equivocan, porque es que se quieren equivocar. No sé qué forma habrá de romper los velos que ciegan al fanático hasta la oscuridad, hasta confundir a la misma divinidad con la voluntad propia. Quizá habría que sugerir al cielo que Alá, Yaveh y Dios se reúnan y tomen algún acuerdo por unanimidad, como el de poner en los cerebros de sus devotos más radicales un par de gramos de cordura. Alá, desde luego, iba a tener mucho trabajo.

2 comentarios:

Jesús Ruiz dijo...

Este artículo se merece la máxima difusión posible. Completamente de acuerdo con todo cuanto se expresa en el mismo, y aún se queda corto el autor al referirse a esos personajillos que hoy se hacen llamar políticos del cambio y que con su actitud sólo buscan la división de las gentes de bien, la ruptura de nuestra sociedad del bienestar, la destrucción de todo lo bueno de que gozabamos, independientemente de que quién nos lo hubiera procurado fuese un dictador, y esa miserable y absurda manía de sembrar el odio sobre todo entre nuestros jóvenes. Un poquito de historia y mucha lectura es lo que hace falta. Beber de las fuentes del saber de aquí y de allá para generar una opinión propia y no dejar que nos llenen la cabeza de ideas absurdas y gilipolleces varias sólo por la pereza de no coger un libro. Conocimiento y raciocinio para mantener lo que tenemos, que no es poco, y unidad para combatir a los fanáticos asesinos. Enhorabuena por el artículo, bastante mejor que muchos de los que se pueden leer en los diarios de difusión nacional.

Anónimo dijo...

Un articulo certero, claro, emotivo y, como es habitual, maravillosamente escrito. Un placer leerlo.