Una mujer está encerrada en una oscura celda de una cárcel de Paquistán, esperando a ser ahorcada. El motivo, que después de varias horas de trabajo en el campo bajo una temperatura de más de 40º, se acercó a beber agua de un pozo reservado a las mujeres musulmanas y lo “contaminó” por ser cristiana. Le propinaron una paliza y ella comentó a sus apaleadores que Mahoma nunca hubiera obrado así. Entonces la acusaron de blasfema y la llevaron al mulá de la aldea, que trató en vano de que reparase la ofensa cambiando de religión. Al negarse, fue conducida a prisión, donde en pocos minutos un tribunal la sentenció a muerte. Las dos únicas personas que quisieron ayudarla, el gobernador de Pendjab, musulmán, y el ministro de las Minorías, cristiano, han sido asesinados. Y aunque fuera liberada, quizá no le sirviera de nada, porque un tal Moulama Qureshi ofrece 6.000 euros, una fortuna, a aquel “leal servidor de Mahoma” que la mate allí donde la encuentre. Asia Bibi ha logrado contar su drama a una periodista, que lo ha publicado con el título ¡Sacadme de aquí!, y que incluye una conmovedora carta de despedida a su marido y a sus cinco hijos.
Ninguna de esas organizaciones feministas, tan beligerantes con otras causas, ha alzado la voz, al menos de un modo contundente y comprometido, en defensa de Asia Bibi o en contra de las lecciones del imán educador. Se ve que no lo consideran demasiado importante. Deben de estar muy ocupadas enseñándonos a hablar, porque, a ver, eso de decir, por ejemplo, que “los padres deben cuidar a sus hijos” supone una intolerable ofensa a las madres y a las hijas. O cómo aceptar que nada menos que en un texto sagrado se desee paz a los hombres de buena voluntad, con olvido de las mujeres. Eso de que en español exista un masculino genérico que engloba a los dos sexos, puede que responda a la propia estructura interna del idioma y a la necesidad natural de economía y sencillez para dar inteligibilidad y evitar redundancias y engorros formales, pero entonces hay que cambiar el idioma. Si estos paladines de hoy hubiesen vivido en tiempos de Garcilaso o Calderón nos habrían dejado sin poesía, porque a ver cómo se puede escribir un endecasílabo duplicando los sujetos y los complementos. Así que ya lo saben todos los profesores y todas las profesoras, escritores y escritoras, presentadores y presentadoras, a enseñar a hablar bien a sus alumnos y alumnas, lectores y lectoras, espectadores y espectadoras, que eso redundará en la felicidad de todos los españoles y todas las españolas y de nuestros hijos y nuestras hijas.
Aunque te cueste creerlo, querida Asia Bibi, aquí andamos en eso.
Ninguna de esas organizaciones feministas, tan beligerantes con otras causas, ha alzado la voz, al menos de un modo contundente y comprometido, en defensa de Asia Bibi o en contra de las lecciones del imán educador. Se ve que no lo consideran demasiado importante. Deben de estar muy ocupadas enseñándonos a hablar, porque, a ver, eso de decir, por ejemplo, que “los padres deben cuidar a sus hijos” supone una intolerable ofensa a las madres y a las hijas. O cómo aceptar que nada menos que en un texto sagrado se desee paz a los hombres de buena voluntad, con olvido de las mujeres. Eso de que en español exista un masculino genérico que engloba a los dos sexos, puede que responda a la propia estructura interna del idioma y a la necesidad natural de economía y sencillez para dar inteligibilidad y evitar redundancias y engorros formales, pero entonces hay que cambiar el idioma. Si estos paladines de hoy hubiesen vivido en tiempos de Garcilaso o Calderón nos habrían dejado sin poesía, porque a ver cómo se puede escribir un endecasílabo duplicando los sujetos y los complementos. Así que ya lo saben todos los profesores y todas las profesoras, escritores y escritoras, presentadores y presentadoras, a enseñar a hablar bien a sus alumnos y alumnas, lectores y lectoras, espectadores y espectadoras, que eso redundará en la felicidad de todos los españoles y todas las españolas y de nuestros hijos y nuestras hijas.
Aunque te cueste creerlo, querida Asia Bibi, aquí andamos en eso.