lunes, 10 de agosto de 2009

La deuda histórica

Pues ya saben: aquí todos tenemos una deuda que cobrar. Lo que no sabemos todavía es a quién, porque eso no nos lo han dicho los autores del hallazgo, pero debe de ser a alguien. Eso de ser acreedor siempre es una hermosa situación, mucho mejor que ser deudor, desde luego; las deudas de los demás siempre dan prestigio. Balzac tenía una deuda con su sastre y tuvo que huir de París, con lo cual el sastre no sé si cobró, pero se hizo famoso. En el padrenuestro de antes también se hablaba de deudas, pero ahora se cambió por ofensas, lo cual le parece a uno que no es lo mismo. Hay deudas de juego, de dinero, de amor, deuda pública al siete por ciento, deudas pequeñas y grandes, cobrables e imposibles y hasta, por lo visto, históricas. Esta de la de deuda histórica debe de ser una especie que han descubierto la sublime inteligencia y la erudita inquietud de nuestros políticos, para que luego digamos. Entre lo de deuda histórica y lo del hecho diferencial nuestros bienamados gestores de la cosa pública están enriqueciendo de conceptos nuestro diccionario ideológico como no se había visto, por lo menos, desde Kant.
Aquí en Asturias hubo ya un partido, la verdad es que un partido de fútbol sala más bien, que puso al día los libros de contabilidad y dictaminó que el saldo a nuestro favor es de medio billón de pesetas, que ya es tener bien afinada la calculadora. Medio billón. Uno no sabía que hubiéramos dado tanto a las demás regiones. Los contables de ese partido no aclaran si en la base del cálculo se empleó el tipo euríbor o uno preferencial, ni tampoco si la deuda va a ser ejecutable y embargable o si puede haber un pequeño descuento por pago al contado.
Este medio billón debe de corresponder al coste de la batalla de Covadonga más los intereses de todo este tiempo, porque no veo yo que hayamos hecho otra cosa así como para tanto. Lo malo de esto es que cunda la idea y Madrid, pongo por caso, exija el pago del Dos de Mayo y Navarra lo de Roncesvalles. Y no digamos si Castilla nos pasa factura a todos por habernos dado su idioma, que eso sí que sería gordo. O Valencia por la fórmula de la paella. O si León manda el cobrador del frac por darnos el Sella, Zamora por Clarín, Orense por Feijoo y Madrid por haber colocado de serenos a todos los asturianos que querían dejar el cucho y las madreñas. Porque pueden, digo yo, y a ver con qué íbamos a pagar; habría que descontarlo del medio billón, si es que alcanzaba.
O sea, que aquí, como tengamos que cruzar cuentas, vamos a poner todos la misma cara que debió de poner el rey Fernando cuando vio las del Gran Capitán. Porque si cada una de las diecisiete comunidades autónomas tiene pendiente de cobrar una deuda histórica, no sé quién va a pagar. A ver, que vengan de otro sitio, la ONU, los extraterrestres o el sultán de Borneo a pagar a España la deuda que España ha contraído consigo misma.
Yo también estoy ya preparando una carta para exigir mi deuda histórica, por si acaso tengo alguna por ahí. Lo malo es que no sé a quién diablos dirigirla.