Estas señoras ministras es que no paran. Qué ingenio, qué cultura, qué capacidad para los hallazgos idiomáticos. También los ministros, no crean, pero parece que ellas son más lucidas en esta cuestión. Ya en los viejos tiempos, Rosa Conde, ¿se acuerdan?, decía que aquello de que el hombre es un lobo para el hombre lo había dicho Job, el pobre y paciente Job, que en su vida apenas dijo nada; se conoce que nunca había oído hablar de Hobbes. Rosa Regàs no llegó a ministra, pero sí a directora de la Biblioteca Nacional, seguramente gracias a su inmensa cultura, que acreditó con el descubrimiento de que Barrabás fue uno de los ladrones que crucificaron junto a Jesús. Su jefa, Carmen Calvo, fue más allá. En una sesión parlamentaria, un senador le rebatió un argumento con algo que ella misma había dicho y terminó: "Calvo dixit". Doña Carmen se sintió insultada y replicó que ella no era ni Dixi ni Pixi, para rematar con otra muestra de su amplio conocimiento: "Sí denota usted lo de la viga en el ojo ajeno". Preocupada por la lengua sí que se la veía, porque afirmó que estaba llena de anglicanismos. Carmen Calvo era ministra de Cultura.
Y ahora, Bibiana Aído, la que echa en falta la palabra miembra, a ver cómo soportar tal atentado contra la igualdad. Claro, ministra; si el brazo es un miembro del cuerpo la pierna será una miembra. Lógica aristotélica. Lo que no sé si pensó usted es que, si todas las terminaciones femeninas han de ser en a, habrá que decir poeto, profeto o Papo. Y que también los hombres podríamos exigir periodisto, socialisto o taxisto. Menos mal que ha venido usted a iluminar nuestra lengua.
Yo creo que doña Carmen y doña Bibiana bien merecen unos versos calderonianos:
Cuentan de Calvo que un día,
tan intrigada se hallaba
que sólo se alimentaba
de una duda que tenía.
¿Habrá otra, entre sí decía,
más iletrada que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta viendo
que la Aído iba diciendo
la memez que ella olvidó.
Y ahora, Bibiana Aído, la que echa en falta la palabra miembra, a ver cómo soportar tal atentado contra la igualdad. Claro, ministra; si el brazo es un miembro del cuerpo la pierna será una miembra. Lógica aristotélica. Lo que no sé si pensó usted es que, si todas las terminaciones femeninas han de ser en a, habrá que decir poeto, profeto o Papo. Y que también los hombres podríamos exigir periodisto, socialisto o taxisto. Menos mal que ha venido usted a iluminar nuestra lengua.
Yo creo que doña Carmen y doña Bibiana bien merecen unos versos calderonianos:
Cuentan de Calvo que un día,
tan intrigada se hallaba
que sólo se alimentaba
de una duda que tenía.
¿Habrá otra, entre sí decía,
más iletrada que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta viendo
que la Aído iba diciendo
la memez que ella olvidó.