miércoles, 21 de junio de 2023

Nueva etapa

 El tornado del 28 de mayo nos ha dejado un vendaval de cambios en los modos de gobierno y en los nombres de quienes lo han de llevar a cabo que parece, más que nunca, el inicio de una nueva etapa. Hay un ambiente generalizado de renovación que certifica un fin de ciclo por agotamiento de unas ideas y unos modos de actuación que no encajaban con el sentir de la mayoría ciudadana. Ha sido una marea que lo inundó todo y cambió los colores políticos del mapa nacional, un movimiento cuya unanimidad en cuanto a extensión debiera hacer pensar a los que han sufrido sus consecuencias, más allá de achacarlo a cualquier circunstancia ocasional. Seguramente en muchos habrá habido decepción, en otros alivio y en casi todos una cierta esperanza de que todo mejore y se haya aprendido de errores pasados. Lo cierto es que el juego democrático ha renovado el tablero y puesto sobre la mesa otras piezas siguiendo las indicaciones de la voluntad popular. Es la bendita rutina de la democracia.
En qué afecta esto a los ciudadanos es una cuestión que no tiene una respuesta única y puede abarcar desde la educación o el tráfico hasta la propia imagen de la ciudad. Gijón es un buen lugar para vivir, con una más que aceptable calidad de vida, aunque esto no admite más que apreciaciones relativas. A lo largo de los años se han ido consiguiendo metas que han cambiado su fisonomía y sus modos de vida hasta convertirla en la ciudad moderna, atractiva y bien dotada de servicios que es, pero ahí están los viejos problemas de siempre, que todos cuantos alcanzan la vara municipal prometen intentar resolver en primera instancia: el paro de nuestros jóvenes, el problema de la vivienda, la contaminación de algunos barrios, la ordenación acertada del tráfico en las principales calles, junto a otros menos determinantes, pero que afectan a la estética de la ciudad, como esa proliferación de pintadas con que unos botarates descerebrados embadurnan todo lo que se pone a su alcance. La lista de problemas sería inacabable, tantos como grupos sociales.
Después de la etapa anterior, que no fue precisamente el período más exitoso de la ciudad, se espera un giro que corrija las equivocaciones cometidas y que evite caer en decisiones mal tomadas por errores de planteamiento o falta de suficiente reflexión. Facilitar las iniciativas sociales y particulares, oír a la calle, pensar que, ante todo, lo que se está ejerciendo es un servicio, decidir sin el menor asomo de sectarismo, con la mirada puesta ante todo en tratar de hacer lo más fácil posible la vida a los ciudadanos. No pediríamos más.

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