miércoles, 7 de junio de 2023

No hay respiro

Lo más decepcionante de los políticos, en general, es el orden en que colocan las prioridades de su actuación. En primer lugar está él mismo, su propia persona; erigirse como referencia ineludible de la actualidad nacional, dominar la sociedad en todos sus aspectos y pasar al olimpo de las figuras históricas. En segundo lugar viene el partido, el número de votos que pueda ganar o perder, su estabilidad interna y su imagen externa; todo sea por él, que fue el que lanzó al jefe al poder y el refugio que apoya sus errores; por él vale todo: pactos antinaturales, alianzas extrañas, incumplimientos de promesas y hasta los dictados de la propia conciencia se venden y se compran si es necesario con tal de que el partido cumpla su función de captar votos. Después, y a mucha distancia, está el país, entendido como patria común, ya que la conciencia nacional y el sentimiento patriótico no son conceptos que suelan figurar entre las proclamas de la mayoría de nuestras facciones partidistas. Y en último lugar estamos los ciudadanos; los ciudadanos de a pie, que soportamos las promesas incumplidas y las decisiones arbitrarias sin más ocasión de sentirnos protagonistas que la que nos dan las urnas cada cierto tiempo.
Ahora nos llaman de nuevo a votar. No toca, pero habremos de ir por conveniencia de alguien que ve en ello su propia ventaja. Iremos en chanclas y a piel descubierta, y más de uno oliendo a bronceador, porque julio es mes de canícula y los domingos riman más con sol y playa que con una sala cerrada donde se va a cumplir con una obligación que podría tener mejor acomodo en el calendario. Pero iremos, porque hay ganas de cambio y de acabar de una vez con esta pesadilla que nos amarga cada mañana con una actualidad de sobresaltos y con escasas noticias que reconforten el espíritu.
Pero antes hemos de hacer frente a otra campaña electoral, que no es ningún aperitivo placentero. Aún tenemos el paladar saturado de la anterior. Volveremos a oír las mismas frases impostadas que nada significan. Todo será progresista y sostenible y, por supuesto, democrático. Habrá negociaciones frenéticas en busca de alianzas que permitan uniones de hecho, por antinaturales que sean, para evitar que el ganador se siente en el poder. Oiremos a quienes atisban al lobo tras las encuestas justificar sus errores intentando que los veamos como aciertos, y a los que olfatean el triunfo exhibir sus remedios, que tampoco necesitan ir mucho más allá de lo que dicta el sentido común. Nos han llamado en un día atípico, pero así todo iremos.

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