miércoles, 19 de enero de 2022

Calma informativa

En el inquieto vaivén de la actualidad, en el que apenas alguna noticia logra aposentarse más allá de la mañana siguiente, el espectador preocupado por su tiempo tiene donde elegir oportunidades para asombrarse, cabrearse, preocuparse, sonreír con misericordia y alguna que otra para alegrarse. No es que vivamos un tiempo especialmente singular en cuanto a aportación a la gran Historia, ni que ofrezca unos rasgos que le vayan a destacar en las crónicas del futuro, pero presenta la propiedad de poder ser abarcado de forma global y simultánea, y eso da a cualquier pequeño caso una dimensión universal que no tiene, por mucho que aletee la mariposa. Lo que se ve en directo  provoca sentimientos de cercanía que distorsionan su verdadera importancia y alteran momentáneamente nuestra percepción, aunque luego se diluyen enseguida hasta llegar casi siempre al olvido. Vivimos entre realidades cambiantes, de importancia siempre relativa, y cuya trascendencia aún no podemos establecer. Lo hará el tiempo.
Lo cierto es que estos primeros días del año no presentan una excesiva agitación informativa, como si lo noticioso se hubiera tomado un reposo después de una temporada de intenso trabajo en la producción de titulares. Apagado por fin el volcán, dormida o disimulada de momento la crisis migratoria en la frontera polaca, con la epidemia calmada en cuanto a letalidad, aunque no en el número de contagios, y sin grandes convulsiones políticas más allá de las habituales escaramuzas, las noticias que configuran la actualidad de estos días andan escasas de relevancia, más cerca de la anécdota que de la categoría trascendente. La  mayoría de titulares fueron ocupados por el caso de un tenista al que Australia prohibió la entrada por negarse a cumplir la norma que obliga a vacunarse para entrar en el país. El tal Djokovic, arrogante y soberbio, quizá mal aconsejado, fue excluido del torneo y expulsado del país, y muchos aplaudieron la demostración de que ante la ley, y más si afecta a la salud, no cuenta nada el lugar que se ocupe en ninguna escala. Por aquí aún colea la marejada levantada por un ministro metepatas que cada vez que habla es para dar la razón al que dijo aquello de que vale más estar callado y parecer tonto que abrir la boca y confirmarlo. Eso y el habitual cortejo de noticias negativas diarias: el precio sin control de la luz, nueva subida de impuestos, repunte alarmante de la inflación y la cesta de la compra en la cuesta arriba de todos los eneros. O sea, noticias familiares.

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