miércoles, 28 de septiembre de 2016

Dias de septiembre

Y septiembre llegó, el sol cayendo ya con cansancio sobre las pieles morenas y el aire entero envuelto en olor a despedida. Septiembre, mes de equinoccio, todo igual, reparto igualitario de la luz, colores renovados en la tierra y Libra en el cielo con sus platillos en eterno equilibrio. Mes de paso cuidadoso y aún sin definición, de sentimientos que se renuevan y dejan los ánimos oscilantes entre la nostalgia del alegre verano que se va y la aceptación resignada del invierno que se atisba. Aún suenan los ecos de las últimas romerías y de las fiestas patronales más rezagadas. Están los campos viviendo la alegría de la vendimia y la recolecta de los frutos en sazón antes de recogerse para la larga espera. Se van preparando los árboles deshaciéndose de las hojas caducas en la confianza de que habrá de volver la primavera. También los pájaros migratorios y los hibernantes del bosque y los que andan en busca de un acomodo oculto, y todo aquel que no quiera ver el fracaso de la luz, que se adivina próximo. Sólo las setas se atreven a asomarse a la vida.
Aquí, en estas latitudes nuestras, septiembre no seca las fuentes ni lleva los puentes. Aquí es un mes de sosiego y entrega generosa. Saca sus colores, serena el aire, ofrece su seno envuelto en oportunidades con la tierna benevolencia de todo tiempo de transición que sabe que tras él comienza el final de un ciclo. Ay, la metáfora de la vida.
En septiembre tiene la añoranza la última oportunidad de herirnos, y bien que suele hacerlo, porque no hay dolor más amargo, ni más inútil, que el recuerdo del bien perdido. Puede que comienzan a remansarse los amores de verano, pero a costa de dejar el corazón herido de promesas incumplidas. El mes en que más duele el alma. Acaso por eso este es también el mes al que más canciones se han dedicado, quizá porque no hay conjuro más efectivo que la música para ahuyentar los demonios que acechan nuestra debilidad. Canciones de optimista esperanza: Cuando llegue septiembre todo será maravilloso. O de nostalgia envuelta en recuerdo amoroso: Melancolía en septiembre, eso solo me quedó de ti. O de simple descripción con vislumbre de promesa: Septiembre se muere, se muere dulcemente, con su luz amarilla, con sus racimos verdes.
La realidad es que en nuestro ámbito septiembre se ha convertido, en la práctica, sin campanadas ni cava, en el verdadero fin del año social y en el comienzo del nuevo, el momento de volver a las andadas de siempre, eso sí, con la esperanza de una nueva ruptura que aún se vislumbra lejana. Ahora el tiempo recupera lo suyo: empieza el curso escolar, el ciclo político, la liga de fútbol, el supermercado de cada mañana, la charla con los amigos de siempre y la vida de nuevo fijada en un horario. Volveremos a todo eso y entraremos de nuevo en la vida de tedio de cada día y en la aburrida y bendita rutina, y descubriremos otra vez durante unos días que lo que más tristeza nos produce es haber sido feliz.
Y ahora que leo esto me pregunto qué poder de evocación tendrá el otoño que siempre me tiñe las palabras de melancolía, si hoy está la mañana radiante y además es mi cumpleaños. Será por eso.

1 comentario:

Mónica dijo...

Quizá por lo escasos que son,sobre todo vivos,es indescriptible la satisfacción que da leer a alguien que te hace sentir transportada a través del lenguaje.He sentido los amores de verano,la melancolía otoñal,el fin de año,el comienzo de curso.....gracias por ello.Nadie se merece más felicitaciones,muchas de ellas por escribir así,y otras muchas por ser su cumpleaños....