miércoles, 2 de octubre de 2013

El gran viaje

Como somos una especie compleja, apañadiza, caprichosa y con gustos de amplio espectro, el abanico de posibilidades de acción que se nos ofrece no tiene límite. Siempre hay algo para alguien y alguien para algo. Hay quien hace caso de las estrellas Michelin, quien busca su futuro a través de las cartas, quien piensa que Chillida es un genio, quien cree en las cremas antiarrugas, quien se apunta de buena fe a un sindicato, hay hasta quien ve Telecinco, y dicen que incluso hay algún ciclista en algún sitio que alguna vez respeta una señal de tráfico. Sí, el muestrario de inclinaciones es infinito. Conocida es la anécdota del torero Rafael Guerra, que, cuando preguntó a aquel señor que le acababan de presentar como José Ortega y Gasset a qué se dedicaba y éste le respondió que era profesor de Metafísica, sentenció filosóficamente: “Hay gente pa to”. Es una ley universal: cualquier cosa, sea la que sea, tiene siempre algún devoto.
Por haber, hay quien se ha apuntado a salir de este planeta y llevar sus cosas a Marte. El proyecto “Mars One”, que pretende establecer una colonia humana permanente en el planeta vecino, ya tiene más de 78.000 solicitantes inscritos, procedentes de todos los países del mundo, entre ellos once españoles. Del planeta azul al rojo. Eso sí que es huida, porque lo primero que se les deja claro a estos pioneros de nuevo cuño es que han de ir con la idea de que jamás regresarán a sus casas terrestres. Cómo resolverán el problema de la debilidad de la atmósfera marciana, el exceso de radiación solar, los modos de supervivencia y, sobre todo, la convivencia en esta inédita sociedad, será una cuestión que sólo podrá comprobarse cuando llegue la hora de la verdad, aunque las líneas teóricas parezcan estar bien trazadas.
Muy mal deben de ver las cosas de aquí esos que se han apuntado a hacer la mudanza. Aquello de Pangloss de que vivimos en el mejor de los mundos posibles no parece ser un dogma de fe para ellos. Bien mirado, el espíritu colonizador es innato en el hombre, según se puede ver a lo largo de los tiempos, pero hasta ahora todas sus empresas se limitaron a la ocupación de tierras cubiertas por nuestras queridas nubes; a estos los velarán otros cielos. Uno imagina la ilusión que puede producir la visión de un lugar donde se puede partir de cero, dejando atrás para siempre las miserias de este valle de lágrimas. Debe de ser un poderoso aliciente saber que ya no va a oír jamás hablar de Mas ni de la prima de riesgo, pero que no se hagan demasiadas ilusiones. En cuanto se junten cuatro, alguien querrá mandar; habrá nacido la política; y en cuanto alguno consiga cosechar algo, alguien querrá controlarlo; habrá nacido Hacienda. Y luego alguien querrá imponer como idioma oficial el dialecto del barrio donde nació, y enseguida otro pedirá la independencia de su burbuja por el hecho diferencial de estar en una esquina de la colonia, y pronto habrá quien diga que es necesario crear una comisión, aunque nadie sepa explicar para qué. O sea, como aquí, pero con menos aire, menos agua, sin árboles, sin mar y sin Toxo ni Méndez. No merece la pena el viaje.

No hay comentarios: