viernes, 19 de marzo de 2010

Más sobre el debate del aborto

En resumidas cuentas, las leyes o afectan a los bolsillos o a la seguridad o a las conciencias. Las primeras nos imponen la obligación de soltar dinero en la cantidad que el gobierno dictamine, las segundas tratan de proteger nuestra integridad física, y de las terceras se dice que buscan beneficiar a todos aunque sea a costa de violentar los principios más íntimos de muchos. Los argumentos nacidos de la conciencia son difícilmente enmarcables en ningún sistema dialéctico, y por tanto no tienen más poder conclusivo que el que da la convicción, pero la experiencia social demuestra que a la larga pueden ser más determinantes.
El aborto es un hecho dramático, con secuelas de presente y de futuro. Uno trata de ponerse en la situación de esa chica que tiene que tomar tal decisión, y no es capaz de juzgarla, entre otras cosas porque no es nadie para ello. Se guarda para sí mismo sus sólidas opiniones de quien no ha estado nunca ni estará jamás en esa situación. Lo que sí puede hacer es acercarse al hecho desde fuera, desde la polémica levantada, observando las argumentaciones aducidas y, ahora sí, juzgándolas en su contenido. A uno le parece una buena costumbre.
Sale el presidente y asegura con su mejor voz enfática que ahora ninguna mujer irá a la cárcel por abortar. Aun pasando por alto que no se conoce ningún caso de una mujer encarcelada por haber abortado, lo que queda es una de esas frases huecas y mitineras a las que nunca se les pone oración subordinada. Porque esto es una ley, y quien infringe una ley tiene una sanción. ¿Qué ocurrirá si una mujer aborta a las quince semanas? Alguna pena habrá prevista.
Viene luego esa chica rubia que es secretaria del partido y afirma con tono de abogada defensora que con esta ley se evitará que las mujeres queden embarazadas si no quieren. ¿Pero es que el aborto es un método anticonceptivo? Ay, doña Leire, que va a dar la razón a todo lo que dicen sobre sus capacidades, porque esto es justamente al revés. Para abortar es condición imprescindible estar embarazada.
Del feminismo, del radical y del que no lo es tanto, sale eso de nosotras decidimos porque nosotras parimos. Sí, pero ustedes no pueden engendrar solas. El hijo que llevan dentro pertenece por igual a otra persona, y ésta tiene el mismo derecho a opinar a la hora de decidir si se le debe eliminar o no. Resulta curioso que no se haya oído una sola voz a favor del padre, como si fuera un ente inanimado, carente de sentimientos.
Por el otro lado se esgrime como razón primera el derecho a la vida. Como lema es rotundo y pega muy bien en las pancartas, pero es equívoco. Nadie tiene derecho a la vida. La nada no puede tener derechos. La vida nos es dada porque sí, sin méritos ni prerrogativas previas. Lo que sí se tiene, en todo caso, es el derecho a nacer una vez que la vida ha sido concebida. Por supuesto que se entiende el sentido, pero por qué despreciar el rigor de las palabras.

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