miércoles, 22 de enero de 2020

Tómense un respiro

Si la primera labor de un gobierno es hacer lo posible por encontrar soluciones a las necesidades de los ciudadanos y no buscar más problemas; si uno de los objetivos primordiales de su ejercicio ha de ser el de incentivar todo lo que nos une y tratar de llegar a un acuerdo en lo que nos separa; si toda su actuación ha de guiarse por la meta del bien común, al margen de conveniencias partidistas, procurando buscar el equilibrio a la hora de satisfacer las aspiraciones de las mayorías y las minorías; si todo eso es así, este Gobierno de aluvión que hemos estrenado tiene trazas de haber empezado su camino con el pie torcido y con un rumbo inquietante. En apenas una semana que lleva ejerciendo ha puesto en muchos sectores de la sociedad un punto de desasosiego y ha hecho que se activen algunas alertas ante la entrada en tropel de sus miembros en todos los ámbitos. Tal parece que tengan una urgencia inaplazable en acomodar la realidad a sus propósitos, y a ello se han puesto irreflexivamente sin pensar en los cacharros que puedan romperse. En su preocupación obsesiva por la exhibición del poder no dejan puerta sin abrir ni cuarto que revolver.
No han tardado en agitar la crispación y provocar una fractura en el órgano de los jueces con el nombramiento como fiscal general de una señora de las suyas, a la que nadie se atreve a aplicar el calificativo de idónea. En Igualdad, la flamante ministra, esa señora que siempre parece estar riñendo, cesa a una directora recién nombrada por ser blanca y de paso nos obsequia con una de sus aportaciones a la lengua: la palabra racializada. A la ministra de Exteriores le ha faltado tiempo para permitir la reapertura de las llamadas embajadas catalanas, en contra de la sentencia de la audiencia de Cataluña. A la erudita vicepresidenta primera ha tenido que calmarle la Real Academia Española su preocupación por que la morfología del lenguaje constitucional deje fuera a las mujeres. Existe inquietud en la Guardia Civil ante el nombramiento de su nueva dirección y por los pactos en los que su expulsión de alguna provincia aparece como moneda de cambio. Hay por ahí una directora de un organismo de la Mujer que explica lo negativa que es la heterosexualidad y dice lo que tienen que hacernos a los hombres para acabar con ella. Y en esto sale la ministra de Educación y dictamina solemnemente que los hijos no pertenecen a sus padres. Pues nada; si hacen algún estropicio, que lo pague el Estado.
Va a ser una legislatura muy animada, en la que no vamos a aburrirnos por falta de sorpresas y ocurrencias estrafalarias, viendo algunos nombres de quienes mandan. Nos obsequiarán cada día con el manual de gobierno propio de esa coalición, pero la cuestión más importante es cómo va a quedar la casa cuando acaben su mandato. Qué panorama nos espera al final de su actuación, porque ahora todos los radicalismos asoman sin que nadie desde dentro trate de poner en ellos una mirada sensata. De momento esta es la hora de los extremistas de todos los ismos. Por cierto, no deja de tener su pequeña gracia sentirse sacerdotisas del credo feminista y tener que firmar Calvo, Montero o Delgado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno!