miércoles, 13 de marzo de 2019

La oleada feminista

Indiferente a las tonterías de hombres y mujeres, la primavera deja ya asomar sus intenciones de llenarlo todo de vida renovada. Están los prados cambiando el verde por el blanco de las margaritas, y comienza a romperse el prolongado silencio de los árboles con los primeros cantos de sus nuevos pobladores. En las calles de las ciudades fueron otros cantos los que sonaron este fin de semana, los del turbión feminista que inundó todos los espacios y los medios hasta el empacho. La labor de propaganda, que en nada desmereció de la que se utilizaba en tiempos ya pasados, aunque no llegó a paralizar el país, concentró manifestaciones masivas en todas las ciudades, entre un mar de pancartas con consignas ingeniosas, burdas o divertidas, algunas zafias, casi todas tópicas y huecas, en las que se mezclaban en un todo revuelto los conceptos de igualdad, democracia y feminismo. Tal parecía que la mujer española no tiene libertades ni derechos. En las tertulias televisivas, en las entrevistas y declaraciones a los medios, en los interminables espacios dedicados al día, pudo oírse y leerse toda una antología de afirmaciones y soflamas que a algunos nos sirvió para iluminar nuestra ignorancia. Alguien afirmó que "la mujer no nace, se hace", o sea, que la naturaleza tiene poco que decir en esta cuestión. Una profesora de un instituto de Gijón explicaba con toda seriedad que "en la prehistoria el nivel de igualdad era mucho más alto que ahora, porque las mujeres también salían a cazar y a buscar alimentos". Hay que ver. El toque final lo puso la lectura del manifiesto, escrito sin duda por alguna mente enfebrecida, que a más de una mujer habrá sonrojado. Según viene a decir, los hombres somos machistas, violentos, racistas, colonizadores, capitalistas, depredadores del medio ambiente, autoritarios, represores; el feminismo ha de alcanzar la soberanía alimentaria y luchar contra el extractivismo, las empresas trasnacionales y los tratados de libre comercio. Tengo que decírselo a mi vecina, que se ponga a combatir ya eso del extractivismo, que es muy peligroso para las mujeres.
La fiesta se celebró con una huelga y una manifestación, y eso deja también alguna pregunta. Si todos los estamentos políticos y sociales la secundan, contra quién es la huelga. Estaba el Gobierno a la cabeza de la manifestación, ¿contra quién protestaba?
-Pues contra la desigualdad, la sociedad patriarcal, la violencia hacia la mujer, por la conciliación laboral.
Es decir, contra conceptos abstractos, que se encarnan en un cliché ideológico mil veces repetido y cuyos ingredientes jamás abandonarán el ámbito de la utopía, y, si acaso, el último contra la realidad, que sí puede modificarse, sólo que los que la pueden modificar estaban en la primera fila con la pancarta. Se manifestaban contra sí mismos.
Por encima de la puesta en escena, hay en todo ello una carga ideológica que asfixia cualquier noble propósito. Si, además, no hay que convencer a nadie. Quién no va a estar de acuerdo en hacer lo posible por combatir la violencia machista y sexual, reconocer el valor y la dignidad del trabajo doméstico, eliminar todo tipo de discriminación de la mujer y conseguir una igualdad real.

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