
Pues aún está la cumpleañera con cintura flexible para seguir adaptándose a los tiempos vertiginosos que le ha tocado vivir, sin que se le salten los corchetes. Aun así, algún retoque sí que convendría hacerle. Por ejemplo, ampliar y blindar de forma inequívoca las competencias del Estado, devolviéndole algunas que, como la educación, se cedieron a las autonomías con más generosidad que prudencia. O modificar los criterios de representación electoral para evitar que partidos con media docena de votos alcancen un poder absolutamente desproporcionado a su implantación real. O incluir la supresión de los aforamientos de sus señorías. O eliminar los anacrónicos privilegios forales, que, al igual que en el caso anterior, contradicen a la propia Constitución en su artículo sobre la igualdad de todos los españoles. O dar al Senado una función más moderadora y con mayor capacidad de de decisión. O igualar los derechos de sucesión al trono entre hombre y mujer, cosa esta que parece ser la única en la que todos están de acuerdo. O, aunque parezca mentira, fijar en su texto de una vez por todas qué territorios forman España, a ser posible dentro del Título Preliminar, para evitar ocasionales tentaciones de reforma. Cosas todas que la harían a ella más fuerte y a nosotros más seguros ante los intentos de quienes se acogen a su amparo para destruirla. Lo difícil será conseguirlo con la clase política que tenemos ahora mismo.
Pero brindemos hoy por sus treinta y nueve años y por otros tantos que cumpla. Brindemos con sidra o con un vino de denso sabor castellano o con un albariño fresco y juguetón, con manzanilla o pitarra, con horchata o pacharán, y por supuesto con cava, que es bebida que parece avenirse bien con la Constitución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario