De Cervantes se han hecho tantos estudios e investigaciones desde aquella primera biografía de Mayans, que se sabe ya casi todo, aunque queden aun algunas etapas de su vida en penumbra y a pesar de que periódicamente aparece alguna teoría estrafalaria que trata de apropiarse de su figura. Es sin duda el español que más trabajos ha generado sobre su persona y su obra, al que más monumentos se han levantado y el que tiene su nombre en más organismos, centros, instituciones y lugares públicos. El hombre que ha hecho a España el mayor regalo de toda su Historia. Las labores de investigación han llegado a perfilar casi totalmente su imagen biográfica, pero es en su obra donde se halla su verdadero retrato. En ella vemos a un hombre de mirada benévola y comprensiva hacia las debilidades humanas, cargado de una ironía sutil y un humorismo que le permite relativizar lo trascendente hasta ponerlo a escala humana. Su mayor fijación, presente en todas sus obras, es la defensa de la libertad, que en algunas, como en la Numancia, alcanza carácter de argumento único; es el conjuro de quien se ha visto privado injustamente de ella y quiere advertir a los que no la valoran. Y todo con esa prosa suya tan característica, cercana, precisa, graciosamente descuidada, pero intensa en matices y siempre alejada de extremos conceptistas y culteranos.
Cervantes fue venerado por Sterne, Goethe, Flaubert, Dostowevsky, Kafka, Melville, Freud, Kundera y tantos más. Hace unos años su Don Quijote fue elegida como la mejor novela de todos los tiempos por los cien escritores más destacados del mundo, a gran distancia de la segunda. En su ensayo en el que compara los hallazgos de la Física con la obra cervantina, Simon Jenkins, exdirector del Times nos aporta una clave: "Einstein era un genio, pero si no hubiera existido, la ciencia lo habría terminado inventando; su teoría estaba en el horizonte, esperando que la descubriera el primer genio que pasara por allí. No ocurre lo mismo con Cervantes. Se preguntó: ¿Dónde está el hombre? Atrapó el valor, el amor, la lealtad, la mortificación, los comprimió a escala humana y contó una historia que nadie más habría podido contar. Si Cervantes no hubiera existido el tapiz europeo tendría un agujero".
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