viernes, 24 de enero de 2025

Absurda cooficialidad

La elevación del bable a la categoría de lengua cooficial nos va a costar a los asturianos 20 millones de euros, según estimaba el propio presidente de la Academia de la Llingua hace algunos años, así que ahora serían bastante más. Eso sin contar lo que nos ha llevado ya. Volver a la vida a un cuerpo exánime es tarea costosa, sobre todo si es necesario realizar numerosas operaciones de trasplantes, unir órganos, coyuntar huesos, injertar arterias y dotarle de una actividad más o menos funcional. Toda esta ardua labor ya se ha ido realizando durante los últimos años. El gasto de ahora es para ponerlo a caminar.

Veinte millones son muchos millones y, salvo que se disponga de la fortuna de los muy poderosos, siempre es prudente pensárselo muy bien antes de darles un empleo. Con veinte millones podrían hacerse muchas cosas, y más en una región empobrecida y vulnerable a todos los vaivenes de las políticas económicas, según comprobamos a cada uno de ellos. Pero parece que esto de la cooficialidad va a enriquecernos una barbaridad. Se dice que es más bien una inversión, que "sería un revulsivo para la industria editorial, discográfica, tecnológica, para los medios de comunicación, para el turismo...". Puede ser. Quizá poniendo grandes dosis de buena voluntad podamos imaginar que cambien tan radicalmente las cosas que lleguemos a disfrutar de tantos beneficios, pero lo cierto es que resulta difícil de atisbar. No está claro cómo puede afectar a la industria tecnológica un habla totalmente carente de un léxico científico y técnico, ni a la editorial la edición de libros que se amontonan sin salida en los almacenes, ni a los medios de comunicación, ni mucho menos al turista que se encuentra con que en su propio país no entiende los letreros ni los indicadores; se lo tiene que pasar muy bien; seguirán viniendo, claro, pero no será por la nueva situación lingüística.

Tenemos un conjunto de hablas campesinas al que siempre hemos llamado bable. Nuestro humilde y querido bable, que ha tenido que someterse a un largo proceso de maquillaje para ser introducido por la fuerza en los palacios, él, que nunca quiso salir de las cabañas. Nuestro bable, que ve cómo le modifican hasta el nombre y se lo elevan a la categoría de gentilicio. Ese bable nuestro, que nunca ha sido problema para nadie y que seguramente a partir de ahora nos va a complicar a todos la vida con su intromisión forzada en campos a los que nunca fue llamado. Y que, salvo para llenar ese pequeño escondrijo en el que todos guardamos algunos de nuestros afectos más entrañables e inútiles, no sirve para nada.

No hay comentarios: