tag:blogger.com,1999:blog-16118852847006934842024-03-16T02:11:10.894+01:00Luis Díez TejónPalabras para compartirLuis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.comBlogger671125tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-12398134096585716882023-10-13T18:17:00.001+02:002023-10-13T18:19:49.697+02:00Crónicas viajeras: Israel<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Si algo no se le puede negar a Israel es su
singularidad entre todas las naciones del mundo. Singular por su nacimiento y
por su propia existencia diaria, por su voluntad de ser un país democrático en
medio de una zona regida por fanatismos, por verse obligado a alimentar su
propia paranoia, porque nadie ha sido condenado como él a vivir bajo una
amenaza continua, con dudas permanentes sobre su futuro, y a tener que
sacudirse cada día la sombra de un complejo de culpabilidad. Forzado a vivir
con la incomprensión de las apoltronadas democracias europeas y de su
autodictada corrección política. Un país que la palabra crítica de David
Grossman ha definido desde dentro: "Esa tierra torturada, víctima de una
sobredosis de historia, de un exceso de emociones humanamente incontenibles, de
un exceso desmesurado de acontecimientos y tragedias, de ansiedad y de
contención paralizante, de memoria, de falsas esperanzas, de un destino único
entre las naciones; un lugar que a veces parece un relato de dimensiones
míticas, un relato tan imponente que llega a deteriorar su relación con la vida
misma y con nuestras posibilidades, las de los israelíes, de poder llevar
alguna vez una vida normal y corriente, ser un estado como los otros, una
nación entre las naciones."</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Este país, ubicado en un rincón de mil
disputas, del que se ha dicho que tiene demasiada historia para tan poca
geografía, es también el de los mil equilibrios. Equilibrio entre su situación
en el Oriente Medio y su identidad claramente occidental, entre su condición
laica y su fundamento religioso, entre las mentalidades germánica, latina y
eslava de quienes lo conformaron, y entre la tradición y la modernidad. Un
ejemplo: normalmente se usa el calendario cristiano, pero la ley obliga a usar
los dos en los documentos oficiales.</div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">"¿Qué tiene esa tierra vieja, seca y
ajada, que todos se enamoran de ella como si hubiesen perdido la razón?",
se preguntaba un personaje europeo de un relato de Amos Oz ambientado en 1948,
y le responde un árabe: "De donde es difícil entrar es difícil
salir". Y un judío: "Eretz Israel está llena de símbolos sencillos.
No sólo el Jordán y el mar Muerto; hasta la <i>bilharzia</i>
(una enfermedad parasitaria) adquiere aquí una dimensión simbólica".</div></span><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Hoy es aún más vieja, pero no está ajada ni
seca ni hay ya <i>bilharzia</i>. En cambio
permanecen los símbolos, los mismos que han sostenido su pervivencia espiritual
a lo largo de los siglos fuera de su espacio físico. Ningún otro pueblo tiene
las páginas de su pensamiento tan rebosantes de melancolía y añoranza como el
judío. "Deshonrados y humillados en el exilio, debemos escuchar en
silencio a aquellos que dicen: Todo pueblo tiene un propio reino y sólo a
vosotros os falta incluso la sombra de uno sobre la Tierra", escribía
Chasdai, un erudito cordobés del siglo X. Ahora que lo tienen, han demostrado
que están dispuestos a defenderlo, y a qué precio.</div></span><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;"> </div></span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-24412240914803298362023-10-04T17:45:00.001+02:002023-10-13T18:13:24.339+02:00Los derechos de los animales<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"> Como una sandez más del catálogo de sus ocurrencias, nuestros gobernantes nos presentan ahora la Ley de Bienestar Animal. Dan satisfacción así a ese atronador y universal coro de voces clamantes </span><span style="font-family: verdana;"> a favor de los derechos de los irracionales y contra
cualquier actitud humana que atente contra su vida e incluso contra su
libertad. Buena intención es, casi piadosa. De una elevada aspiración de
confraternización universal y de solidaridad con todo lo creado. Las
florecillas franciscanas en lectura actualizada. “¡Oh, hermanitas mías,
tórtolas inocentes y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger?”. Pero aquí no se
trata de amor, que siempre depende del corazón, sino que se exhiben derechos, y
entonces surgen algunas preguntas. ¿Se puede conceder derechos a quienes jamás
podrán hacer uso de ellos ni se les pueden imponer los deberes que conllevan?
Buen tema para sesudas disquisiciones. Como este otro: si se reconocen derechos
a los animales es porque se cree que los tienen, y si los tienen es porque
alguien se los ha otorgado, pero ¿quién? No pueden derivarse de la ley natural,
porque es la propia naturaleza la que impulsa a otros animales a quitarles la
vida. O sea, que el derecho a matar para vivir de unos está por encima del
derecho a vivir de otros. ¿Cuáles son los derechos de los animales y de dónde
salen? Pues quizá de medirlo todo con un rasero antropocéntrico; de pretender
aplicar nuestra instalación mental, producto de siglos de desarrollo del
pensamiento ético y filosófico, a una naturaleza que es amoral por esencia. La
naturaleza exige nuestro respeto, por supuesto, aunque sólo sea por nuestro
propio interés, puesto que formamos parte de ella, pero no cabe tratar de
influir en sus propias normas.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">En este caso, además, no es fácil entender qué se pretende ni cuál
es el fin último del proyecto. Algo no encaja cuando sólo se trata de aplicar esta norma salvadora a una parte de nuestros amigos, los vertebrados, y no a todos, sino a los que no nos resulten útiles. Si se trata de respetar el derecho de los
animales -se supone que de todos- a la vida y la libertad, parecidas razones podrían hacerse ante las sedes de cazadores y pescadores, ante los mataderos,
granjas, establos, acuarios, piscifactorías y zoos, ante las droguerías que
vendan raticidas e insecticidas y, puestos ya, ante las farmacias que expenden
antibióticos, que también las bacterias son seres animados y puede que tengan
algún derecho. Porque ponerle unas banderillas en el lomo a un animal de media
tonelada sin duda ha de causarle dolor, pero meterle una bala en el estómago a
un gamo o clavarle un anzuelo en la garganta a un salmón, no debe de ser mucho
más agradable. Se ve que también aquí hay derechos más dignos que otros. Como ven, vamos de cabeza al absurdo. Lo que sí tenemos claro es que si encontramos un ratón husmeando en nuestra despensa no va a ver ley que le arriende la ganancia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div> <div style="text-align: justify;"><br /></div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-36245679084806851672023-09-20T17:09:00.000+02:002023-09-20T17:09:10.079+02:00De risa<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: large;">La sublime escena de ayer en el Congreso, con
nuestros políticos hablando entre sí en lenguas extrañas y teniendo luego que
traducir al idioma que hablan todos, es una gracia inefable que no siempre se
nos había concedido, loado sea el dios de la política. Un espectador
desprevenido y de sano talante seguramente tuvo serias dificultades para saber
si aquel recinto endomingado y hasta con su buena apariencia de solemne
seriedad, era una habitación de hotel de los hermanos Marx o una dependencia de
la torre de Babel o la sala de espera de un manicomio. Ni en Valle ni en
Jardiel ni en Groucho ni siquiera en Ibáñez se tendrá la oportunidad de gozar
de semejante pieza, así que habremos de asistir a ella con unción, en aras del
noble esperpento.</span></div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: large;">Qué imbecilidad ver a unos cuantos señores de
la misma nacionalidad hablando entre sí a través de un pinganillo, cuando todos
tienen como lengua común a la segunda más hablada del mundo. Qué clase política
tenemos, Señor. Esa pandilla de sectarios sin voluntad propia y sin más
iniciativa que la de apretar el botón que su rabadán ordena, no puede ser que
tengan tanto desprecio por lo que nos une ni tan escaso sentido del ridículo
para dar sin sonrojarse el espectáculo que darán a partir de ahora. Cuántos de
esos 179 que han votado sí, justo los que se necesitaban, han saltado sus convicciones
para satisfacer a su ambicioso jefe, aun a costa de menospreciar nuestro idioma
común. Cómo serán sus noches cuando la conciencia les llame traidores e
hipócritas. Qué sentirán al ver que han cambiado su dignidad por estar a bien
con un tipo que no merece más que una mirada de desprecio. Un tipo que no
conoce barreras de ninguna clase con tal de conseguir esos siete votos que no
fue capaz de obtener en las urnas. Borregos cabizbajos, que no tienen la
valentía de separarse del pesebre. Da igual haber perdido las elecciones; se
vende o se hipoteca lo que sea, porque por encima de todo hay que satisfacer la
ambición del jefe, aunque sea teniéndonos a todos de rehenes y sacrificando lo
mejor que tenemos.</span></div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-43002354141208186222023-09-13T14:04:00.000+02:002023-09-13T14:04:05.613+02:00Déjennos con nuestro tiempo de siempre<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><span style="text-align: justify;">P<span style="font-family: verdana;">ues resulta que los afortunados niños que vengan a este
querido, y único, valle de lágrimas a partir de este año tendrán la posibilidad
de permanecer en él hasta los 120 años; al menos eso afirma un experto en
genética. Por lo visto, cada vez es más factible poder manipular el ADN para
alargar la vida y resistir las enfermedades. Así, por ejemplo, añade el
experto, los que vengan al mundo en 2050 no tendrán problema en superar el
siglo y medio. Vamos, que los que anden por aquí dentro de cien años van a
tener que sacar número para poner los dos pies en el suelo.<br /></span></span><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Es ciencia, y a ver quién puede negarle el derecho a seguir
adelante, pero uno no tiene nada claro que las victorias parciales obtenidas
sobre la muerte, sobre todo las de tan gran alcance, no vayan en contra del
propio hombre. Habría que ver cómo sería esa vida. Habría que ver si las
cualidades internas, las del espíritu, seguirían un desarrollo consecuente y
paralelo al de lo físico. Si se mantendrían la capacidad de amar, la
posibilidad de la ilusión, el gusto por la belleza, la inteligencia, la
memoria, la esperanza. Alargar la vida de unas células puede que entre más en
el campo de lo factible que mantener la posibilidad de una emoción, por
ejemplo. Y si es así, déjennos con nuestro tiempo marcado por el reloj de
siempre.<br /> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Cabe jugar a suponer qué habría sucedido si Mozart o Einstein, por ejemplo, hubieran vivido 150 años.. A lo mejor, el progreso de
la humanidad se habría conseguido en una tercera parte del tiempo, o puede
también que hubieran sido necesarias todavía más guerras y más muertes
violentas para mantener el equilibrio del planeta; quién sabe. Es muy posible
que la astuta señora se hubiera tomado su venganza.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">La muerte, el más temido de los acontecimientos del hombre es,
sin embargo, el más natural, el más cotidiano y el único que no ofrece duda
alguna sobre su cumplimiento. ¿Temerla? No deberíamos. Y si meditamos en su
carácter irremediable y necesario, menos todavía. Todo lo que es naturalmente
necesario lo es siempre en función de nuestra propia esencia. Sencillamente
porque, si no, no existiríamos. La muerte no es más que un eslabón
indispensable para la vida. Y sin embargo, nadie nos ha enseñado a librarnos de
su temor. Bueno, sí: los filósofos, para quien quiera escucharlos. Epicuro, por
ejemplo, negaba a la muerte cualquier poder de atemorizarnos, "porque
cuando ella es nosotros no somos, y cuando nosotros somos ella no es".<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Sería de sabios llegar a no temer ni desear la muerte, encontrar
que todo es normal, desechar los convencionalismos, comprender que el que muere
no hace más que precedernos en el camino. Acercarse a ella con una pizca de
gallardía y el alma cargada con mucha, con alguna o con ninguna esperanza en el
otro lado, que eso allá cada cual. Saber entender que no es más que nuestra
obligada contribución de solidaridad con todo lo creado. Dejar el recuerdo y el
amor que se haya podido derramar y marcharse sin el menor gesto de extrañeza,
como el que sabe muy bien que todo viaje tiene un final. Y aceptar que, en
definitiva, sólo el tiempo permanece. Lo dijo el poeta con suave resignación:
tú eres, tiempo, el que te quedas, y yo soy el que se va.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Uno, al menos, así lo quisiera para sí.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-45820257236091556522023-09-06T12:14:00.000+02:002023-09-06T12:14:12.277+02:00Crónicas viajeras: Venecia<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="text-align: justify;">Un día el mar aceptó la extraña idea de Venecia y el mar la
preservó durante siglos de todos los males, incluyendo en el de la
modernización. Y así, Venecia se convirtió en el perfecto símbolo de la
apariencia que, por esta sola vez, se vuelve fecunda y meditativa. De poco
sirve todo eso que tanto se dice: fascinante, ensoñadora, romántica. Incluso
aquello de Goethe: incomparable. O lo de Mann: inverosímil. O lo de Dickens:
fantástica. Venecia es el triunfo de la apariencia como seducción eterna. El
mar que toma apariencia de ciudad y la ciudad que acepta el juego y se vuelve
ya poco escrupulosa en lo que se refiere a referencias menores. Esas fachadas
de mármol que ocultan paredes de ladrillo, o esas falsas perspectivas de </span><st1:personname productid="la Scuola" style="text-align: justify;" w:st="on">la Scuola</st1:personname><span style="text-align: justify;"> de San Marcos, qué
importancia pueden tener. La seducción viene del equívoco, y esta es la gran
lección de Venecia.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Desde las escaleras de <st1:personname productid="la Salute" w:st="on">la Salute</st1:personname>, el Gran Canal
aparece como el mayor friso que el hombre pudo robarle a la naturaleza, y mucho
más si se le encuentra bañado por la luz. La luz en Venecia parece tamizada,
como si solamente dejara filtrar las tonalidades más luminosas; esto le da a
Venecia su perenne tono de acuarela. Y hasta <st1:personname productid="la Salute" w:st="on">la Salute</st1:personname>, una gran iglesia
barroca, pálida y curvilínea, sabe cumplir su misión de dar una nueva
personalidad a la embocadura del Gran Canal. <st1:personname productid="la Salute" w:st="on">La Salute</st1:personname> fue levantada como
acto votivo contra una epidemia de peste; se quiso que el voto fuera grandioso,
pero se supo dotar a su voluminosa silueta pálida de unos criterios casi
pictóricos que la hacen encajar sin chirridos en el entorno quattrocentista. Ay
el eterno juego veneciano de la seducción y la apariencia.<br /> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Tal vez Venecia no sea más que una idea del tiempo concebida por
azar, un azar histórico y analizable, que ha ido solidificándose con el tiempo
hasta llegar al último estado de la forma, y, por tanto, a la fragilidad
extrema. Tal vez su misterio nos venga de nuestra posición anacrónica con
respecto a ella. O tal vez eso y una docena de cosas más. El caso es que nunca
de ninguna ciudad se ha dicho y escrito tanto y nunca en ninguna ciudad como en
esta es necesario renunciar a registrar cada impresión. Los datos históricos
pueden ayudarnos a comprender por qué en el siglo XV Venecia fue la ciudad más
esplendorosa, bella, rica y democrática de Europa, es decir, del mundo. Sin
embargo, las sensaciones generadas pueden con todo, incluso con la altiva
palabra.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Una góndola se recorta sobre el agua camino de San Giorgio. No
hay en el mundo una embarcación tan soberbia y airosa y, sin embargo, con tanta
apariencia -otra más en Venecia- de fragilidad. Todavía quedan unas
cuatrocientas, que se alimentan del turismo y la nostalgia, y así sobreviven
como pueden a la competencia del motor. También <st1:personname productid="La Fenice" w:st="on">La Fenice</st1:personname> sobrevivió a su
concepto original hasta que una chispa maldita acabó con él, que no con su
idea. Y qué dura ha de ser la muerte en Venecia, qué poco extraña que se
suspirara en el puente de los Suspiros o que Wagner la haya tenido al fin por
su gran velatorio. Dura y amarga la muerte en Venecia, y, sin embargo, qué
presto parece todo para presentarse ante ella. Todo, menos las palomas de San
Marcos.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Un día el mar aceptó la extraña idea de Venecia y ahora parece
que el mar va a acabar con ella.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-19613164296310095752023-08-23T18:41:00.002+02:002023-08-23T18:41:47.599+02:00No es ninguna riqueza<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"> <span style="font-family: verdana;"><span style="text-align: justify;">Hay riquezas a las que uno renunciaría de buena gana, si
pudiera. La riqueza habrá que medirla, digo yo, en función de su capacidad para
generar estados positivos que redunden en bienestar y en la solución de
problemas; si no, ya me dirán para qué vale. Pues eso es lo que no acaba uno de
ver con el tesoro que dicen que tiene España con sus cuatro o cinco lenguas. O
más, porque cada día aparece una nueva.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Las lenguas son resultado de la trayectoria histórica del hombre
como ser social. La abundancia de ellas en un pequeño espacio no indica más que
un estado de incomunicación secular entre los grupos sociales que lo habitaban,
estado que puede deberse al hecho de que haya diferentes lenguas que impidan la
comunicación, o a la incomunicación, que fomenta la aparición de distintas
lenguas. Con la consolidación de alguna de ellas como lengua nacional, y a
veces universal, las demás fueron perdiendo todas sus funciones, entre ellas la
primordial de toda lengua: la de ser vehículo básico para la comunicación. Hoy pueden
ser vistas como un factor de identificación, pero también como un resto de
tribalismo y, en todo caso, como una reminiscencia histórica de carácter
cultural. Pero que no nos repitan a todas horas eso de que es una riqueza
inapreciable de nuestro país. Está claro entonces que Botswana, con más de
doscientas lenguas, es infinitamente más rico culturalmente que Alemania, que
sólo tiene una, la pobre.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">La riqueza cultural de un país no la da el número de lenguas,
sino el empleo que se hace de ellas. Si España ha creado una de las tres o
cuatro literaturas más grandes del mundo, desde luego no ha sido por lo que
aportaron el euskera, el gallego o el catalán, y no digamos el bable. La
expresión creativa busca sus propios cauces y, según vemos, los cauces elegidos
a lo largo de <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname>
fueron pocos. Y es que, en definitiva, la lengua es el espacio social de las
ideas.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Seguiremos oyendo eso de que España tiene una riqueza única en
sus lenguas, cuando la riqueza real sería no tenerlas, porque así no gastaríamos
los millones que nos gastamos en traducciones, doblajes, dobles rótulos,
ikastolas, disposiciones legales y demás. Pero bueno, debemos de ser los
europeos de mayor riqueza cultural. Porque ya saben que el momento de <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> más rico en
cultura no fue <st1:personname productid="la Grecia" w:st="on">la Grecia</st1:personname>
clásica ni <st1:personname productid="la Italia" w:st="on">la Italia</st1:personname>
del Renacimiento ni nada parecido. Fue la torre de Babel.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-9452535150904113562023-08-09T18:15:00.000+02:002023-08-09T18:15:01.114+02:00Crónicas viajeras: los balnearios de Bohemia<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWWZKzwaUJs0b43fcbb14435GXQ0MeCaSO6dnGZMb5oSvaBr5LGPnlr8yA5E32H7Dg2wpprtV_ULXsvhyDvnZqhPjj7eg8zFNbEoTXMVu5nddFf6ITH5V0TVP3TzwtuH9IGULenpmmg4WoXRkoIV5aYWk9kaWGOOZUIpgrJKVfcSMge8SN7H9U645kE1hY/s275/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="198" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWWZKzwaUJs0b43fcbb14435GXQ0MeCaSO6dnGZMb5oSvaBr5LGPnlr8yA5E32H7Dg2wpprtV_ULXsvhyDvnZqhPjj7eg8zFNbEoTXMVu5nddFf6ITH5V0TVP3TzwtuH9IGULenpmmg4WoXRkoIV5aYWk9kaWGOOZUIpgrJKVfcSMge8SN7H9U645kE1hY/w298-h198/images.jpg" width="298" /></a></div>Bohemia es una región de nombre hermoso y
renombre amplio, situada allá donde </span><st1:personname productid="la Historia" style="font-family: verdana;" w:st="on">la Historia</st1:personname><span style="font-family: verdana;"> sitúa a las regiones que quiere ver en
sus páginas con frecuencia. No es cuestión ahora de reseñar su peripecia, en
continua mudanza y casi siempre en ignorancia de su destino, ni de la salud que
le quitaron los Heydrich de turno, sino de la que ella dio al cuerpo y al alma
de media Europa cuando aún había quien la buscaba sin tiempo y con fe. En
Bohemia tiene el viajero a su disposición los que acaso sean los balnearios
termales más famosos y parnasianos de Europa.</span></span></div><span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><div style="text-align: justify;">Karlovy Vary es en alemán Karlsbad, Baño de
Carlos. Fue, cómo no, Carlos I, el rey mito de Bohemia, que reinó en el siglo
XIV, el que una vez más dejó su nombre para <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname>, junto con la
universidad de Praga o su famoso puente. Este Carlos es el rey que todas las
dinastías tienen o crean, y que marcan el punto de inflexión más alto de la
trayectoria histórica del país. Dicen que andaba cazando por aquí cuando su
perro se cayó en un charco y se escaldó; luego, él lavó una herida de su
rodilla con aquellas aguas y se curó. De este modo quedaron descubiertas las
aguas termales y sus propiedades curativas; un relieve en madera lo recuerda
junto a uno de los manantiales.</div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Karlovy Vary es una ciudad elegante, de
edificios señoriales alineados a lo largo del río Tepla, llena de hoteles y
sanatorios de lujo y plagada de comercios donde se vende, sobre todo, el
cristal de Bohemia. Cuenta con varias termas, albergadas en airosas columnatas
de hierro, como la de Trzni, antes Yuri Gagarin. Tiene un pasado asociado a los
achaques y melancolías de algunos de los ingenios más representativos de una
época ya ida, pero irremediablemente nostálgica: Smetana, Schiller, Beethoven,
Listz, Dvorak, Brahms, Paganini, Chopin y, sobre todo, Goethe, que hizo de
Karlsbad su visita preferida tras el desengaño que la joven Ulrika le dio en
Marienbad. Karlsbad sigue siendo hoy lugar ya no sé si para mejorar del tracto
digestivo o de las afecciones biliares, que de eso tal vez la ciencia médico-química
sepa más, pero sí para poner en orden esas ideas que nos retozan sin sistema ni
norma, que también esa es enfermedad de mal incordio y mayor frecuencia.<br /></div></span><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">No muy lejos se halla Marianske Lazné, <st1:personname productid="la Marienbad" w:st="on">la Marienbad</st1:personname> alemana. Se
dice que en el siglo XVIII fue encontrada aquí, junto a un manantial, una
imagen de <st1:personname productid="LA VIRGEN" w:st="on">la Virgen</st1:personname>
y, por eso, cuando en 1866 un abad premostratense funda allí un pueblo, le da
el nombre de María. Marienbad es también un lujoso y señorial lugar, tal vez
aún más que Karlovy Vary. Su fama le viene de su belleza y de la calidad de sus
aguas, por supuesto, pero también de los componentes literarios que se
incrustan en su historia, desde Goethe, Turgueniev, Kafka o Freud, hasta el
objetivismo francés, con Robe-Grillet y su año pasado en Marienbad. Chopin, un
iluso peregrino de aires y aguas saludables, vivió también en Marienbad, lo
mismo que Wagner, cuya casa se señala hoy con una clave de sol. Uno piensa que
Marienbad debe mucho de lo que es a su pertenencia al ámbito histórico alemán,
y aun ahora mismo a su cercanía a la frontera, apenas 8 kms, que la convierten
en un atractivo objetivo de los bolsillos llenos de marcos. El régimen
comunista no pudo con tan poderosos atributos, y así, Marienbad, igual que
Karlovy Vary, muestra en todo su esplendor sus casas señoriales, los elegantes
hoteles, su conjunto estilo imperio, la magnífica columnata central, que con su
hermoso diseño y sus <st1:metricconverter productid="200 m" w:st="on">200 m</st1:metricconverter>.
de longitud, constituye una obra maestra de la arquitectura en hierro. Y eso
que en el centro del pueblo, comiendo la mitad de un parque, se pretendió
levantar un enorme hotel moderno, atentado que el cambio de régimen llegó a
tiempo de frustrar, aunque no sé, porque la plataforma de hormigón que allí se
ve va a dar trabajo a quien quiera dejarlo como estaba.</div> </span><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Si el viajero llega a Marienbad en verano
tendrá ocasión de ver y oír una de sus recientes maravillas: la fuente musical,
que convierte sus surtidores en instrumentos y su conjunto en orquesta. Puede
también, esto en todo momento, subir hasta la iglesia ortodoxa para saber si le
gusta su ostentoso iconostasio en cerámica y oro. Y en todo caso, siempre le
será posible pasear calles tranquilas y arboladas, en las que está prohibida la
tracción a combustible. Si luego, en la noche, se encuentra con la sombra
malhumorada de Goethe, allá él.</div></span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-20430485392868390712023-08-02T13:51:00.000+02:002023-08-02T13:51:47.582+02:00El mágico poder del escritor<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"> <span style="font-family: verdana;">Hasta la llegada del cine y su poderoso mundo visual, no había
nadie con más capacidad de seducción que un escritor. Nadie capaz de crear un
síndrome de Estocolmo a quienes frecuenten su compañía, de modo que sus dardos
se vean como caricias y sus duras verdades como halagadores piropos. Ya es
mérito conseguir ser adorado por aquellos a los que se fustiga. Por supuesto,
eso no está al alcance de todos los escritores, sino sólo de aquellos que se
encuentren tocados por una gracia bendecida desde lo alto, que no suele
consistir más que en la estructuración de la palabra y del pensamiento en dos
niveles imperceptiblemente convergentes: en la sabia elección del tono
expresivo y en la capacidad para saber presentar acero cortante en un hermoso
envoltorio de seda. O sea, eso que llamamos genio. Ejemplos ilustrativos
abundan por todas partes.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Clarín presenta en su libro, ya desde la primera frase –una
heroica ciudad durmiendo la siesta-, un retrato implacable de Oviedo y su
sociedad provinciana, hipócrita y caciquil, y Oviedo tiene a <st1:personname productid="La Regenta" w:st="on"><i>La
Regenta</i></st1:personname> como su mayor orgullo. Dublín muestra en Earl Street su monumento a Joyce, y su
huella por todas las aceras de la ciudad, dejando bien sentado que es su
patria; la del Joyce que si algo odió en su vida fue a Irlanda: “Irlanda es una
cerda vieja que devora su propia camada. El más rezagado pueblo de Europa.
Ningún irlandés que se respete a sí mismo permanece en Irlanda, sino que huye
del país que ha recibido la visita de un airado Júpiter. Tierra destinada por
Dios a ser la eterna caricatura del mundo serio”. Y de modo parecido, Cocteau y
Francia -“Francia es un gallo montado en un montón de estiércol; quitad el
estiércol y el gallo muere”-, o Borges y Argentina, Machado y Soria, Torga y
Portugal, y tantos más como se pueden rastrear por la historia de la
literatura. Quizá en muchos de ellos haya un poso de dolor por su patria, que
se traduce en un grito por lo que pudo ser y que al fin y al cabo muestra una
preocupación filial. Otras veces tienen distinto carácter, como el caso de <st1:personname productid="La Mancha" w:st="on">La Mancha</st1:personname>, cuyo nombre va
orgullosamente unido para siempre a una cumbre literaria, aunque en realidad no
sea precisamente por sus cualidades positivas, sino justamente por lo
contrario. Los libros de caballerías acostumbraban a situar los hechos de sus
héroes en tierras fantásticas y legendarias, en el imperio de Trapisonda, en el
reino de Cendaya y otros así. Para satirizarlos, Cervantes sitúa al suyo en <st1:personname productid="La Mancha" w:st="on">La Mancha</st1:personname>, una región anodina,
de gentes vulgares, en la que jamás ocurre nada.</div><div style="text-align: justify;">Quizá más que ninguna otra creación artística, la literatura es
percibida como un vehículo que puede situar en la eternidad a quien ella
decida. Ciertamente, escribir es tratar de ganar una pequeña batalla al olvido
que acecha tras el final, y de esa huida del vacío de la noche participa no
sólo el autor, sino aquello que el autor quiera llevarse consigo. En ese
sentido puede decirse que el escritor, el genio, tiene el don de conceder la
inmortalidad. ¿Y a quién no le seduce vivir para siempre en el pensamiento de
todos, aunque sea a costa de sus arrugas y pequeñas flaquezas?</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-62710743591721578832023-07-26T12:43:00.001+02:002023-08-02T13:48:11.462+02:00Crónicas viajeras: Jerusalén<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjIWHDR_EJB_W9BMXSwcAcvOirUTcdvKH2kx2EY-p8C9Ko6XInaWzyioDvCrMZAMo-AHJRzCwfcWq7p0G5EQ4Q9pCZgn8s4H-OpFljRfBRz922v0AkEDV9wzZsAydc2rt60UR-XRMHoKPtQQwIdl2uIw4pkAAhXk5S9atkvtyyv1eMgrJPcvNSCtEiYUIh/s2288/95%20-%20Via%20Dolorosa.%203%C2%AA%20estaci%C3%B3n.%2029-4-2010.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1712" data-original-width="2288" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjIWHDR_EJB_W9BMXSwcAcvOirUTcdvKH2kx2EY-p8C9Ko6XInaWzyioDvCrMZAMo-AHJRzCwfcWq7p0G5EQ4Q9pCZgn8s4H-OpFljRfBRz922v0AkEDV9wzZsAydc2rt60UR-XRMHoKPtQQwIdl2uIw4pkAAhXk5S9atkvtyyv1eMgrJPcvNSCtEiYUIh/w344-h257/95%20-%20Via%20Dolorosa.%203%C2%AA%20estaci%C3%B3n.%2029-4-2010.jpg" width="344" /></a></div>Al viajero no avisado puede parecerle
decepcionante que nada en Jerusalén sea como se había forjado en su
imaginación, alimentada por la iconografía tradicional y por sus lecturas
evangélicas: el templo, con su amplia escalinata siempre concurrida, la torre
del pretorio romano, el palacio de Herodes, el sanedrín y, en las afueras, una
colina con tres cruces. Eso queda para la gran maqueta del Museo de Israel. Aquí
quizá se sorprenda, por ejemplo, al ver que el Calvario y el sepulcro se
encuentran dentro de la misma iglesia, apenas a diez metros uno de otro, o que
ha de saber llenarse de un sano escepticismo ante cualquier información que le
den sobre la ubicación de los lugares bíblicos, porque no existe constancia
real de nada. </span><st1:personname productid="La Jerusal←n" style="font-family: verdana;" w:st="on">La Jerusalén</st1:personname><span style="font-family: verdana;">
actual está edificada sobre la romana, y la romana sobre la de la época de
Jesús, que se halla cinco metros por debajo de las calles de hoy. Solamente un
tramo del muro bajo del templo ha permanecido siempre más o menos visible,
hasta que, a partir de la reunificación de 1967, las excavaciones lo han hecho
aflorar del todo; es el Muro de las Lamentaciones.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Como primera opción lo mejor es callejear.
Dejarse llevar por los rincones y callejuelas, pasar de un barrio a otro y
deambular sin objetivos, para terminar siempre, sin pretenderlo, en la
calle-bazar del barrio musulmán, que cruza el centro de la ciudad. Aún quedan
aquí muchos balcones de madera voladizos, desde los que las mujeres podían ver
la calle a través de una celosía enrejada. El barrio entero es un puro mercado,
pero nadie agobia al visitante ni trata de rendirle por agotamiento. Cualquiera
que haya estado en El Cairo, en Marrakech o en cualquier lugar parecido, podría
decir mucho sobre sus experiencias en este sentido. Aquí no. Aquí los
musulmanes viven mejor que los de los países árabes. No se ven ciegos pidiendo
limosna, ni mendigos tirados en la acera, ni niños descalzos jugando entre la
mugre. Las mujeres llevan velo en su mayoría, pero también hay chicas que lucen
minifalda y que en nada se distinguen de las israelíes. La reunificación de
1967 les trajo todas las ventajas de un estado democrático y socialmente
avanzado y uno tiene la sensación de que por nada del mundo quisieran volver a
su situación anterior. Eso queda para los del otro lado.</div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Sentado en una terraza de un chiringuito del
barrio cristiano, este viajero, después de dar buena cuenta de un <i>suarma</i>, que siempre es un recurso
apropiado para calmar el hambre del visitante callejero, con tal de que no
deteste la carne de pavo, decide que la opción siguiente sólo puede ser una: la
de la búsqueda de los lugares que han hecho de Jerusalén lo que es. Si, como se
ha dicho, Israel es un país con demasiada historia para tan poca geografía, qué
decir de Jerusalén. Yerushalaim, "ciudad de la paz". Al Kuds, <st1:personname productid="la Santa" w:st="on">la Santa</st1:personname>, Habitada sin
interrupción desde hace tres mil años, atormentada como pocas y deseada como
ninguna. Y es que en sus tres mil años de vida, Jerusalén ha devenido en
intemporal. Ninguna ciudad ha conocido tanta gloria espiritual ni tanto dolor;
ninguna otra ha convertido los conceptos de único y exclusivo en consustancial
de sí misma. Destruida diecisiete veces, treinta veces conquistada, alejada del
mar y de los grandes centros culturales, capital más de corazones que de
imperios, ningún otro nombre ha podido conservar un carisma y una calidad
mítica capaces de trascender cualquier tiempo histórico. Persia, Alejandro,
Roma y tantos otros la dominaron, pero ni siquiera intentaron sustituir su
entraña, quizá porque era imposible. Tan sólo el islam lo consiguió, sin duda
porque entró en ella por la única vía que admitía: la de la espiritualidad.
Pero se nos aparece como un añadido postizo, prendido a una leyenda sin reflejo
de revelación. El nombre de Jerusalén aparece 850 veces en <st1:personname productid="la Biblia" w:st="on">la Biblia</st1:personname> y ni una sola en el
Corán, y no obstante también lo ha admitido. Si hay algún símbolo permanente de
Jerusalén no es otro que este continuo desnudarse de paganismo para llenarse de
divinidad.</div></span><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">“Que mi mano pierda su destreza y mi lengua se
pegue al paladar si me olvidare de ti, Jerusalén”, pide el salmista y con él
los judíos de todos los siglos. Hoy conviven en ella dos voluntades: una
afianzada por un propósito eterno y otra entregada por la evidencia de unas
ventajas que impregnan su vida cotidiana. Pero en esta ciudad el tiempo parece
tener una dimensión diferente. Escrito está que Jerusalén será el escenario de
la cita postrera de la humanidad, y quizá sólo sea allí, en el valle de
Josafat, donde palestinos e israelíes se den por fin el beso definitivo del <i>shalom</i>.</div></span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-52497433139522253182023-07-19T12:06:00.001+02:002023-07-19T12:06:42.652+02:00Gracias, señor Ibáñez<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Con su media sonrisa irónica y la mirada chispeante de quien
acostumbra a reírse de sí mismo, fue un notario surrealista de la sociedad que
le rodeaba y de la que nos dejó unos retratos deformados por su imaginación,
pero entrañables hasta la estimación absoluta y amables hasta la simpatía incondicional.
Francisco Ibáñez fue ese genio que tan sólo con un lápiz, y desde luego con su
trabajo inagotable, supo hacernos la vida más agradable llevándonos a su mundo inventado.
Todos, al menos en mi generación, recordamos aquellas idas al quiosco para ver
si había salido el "Pulgarcito" y gastarnos en él las escasas pesetas
que teníamos para leer sobre todo las aventuras de aquellos dos esforzados
héroes de la TIA. Después vinieron otros, hasta crear un universo de personajes
delirantes, pero, fíjense, pegados a su manera a la realidad en cuanto reflejan
las pasiones, ambiciones y anhelos que a todos nos tocan. Es un mundo de pícaros
y tramposos en medio de situaciones extravagantes y acciones aún más estrambóticas,
pero siempre con el efecto inevitable de arrancarnos una carcajada: un par de
agentes secretos desastrosos trabajando con un científico majareta, dos operarios
chapuceros que todo lo que tocan lo convierten en catástrofe, un jovenzuelo
gamberro haciendo de las suyas en la oficina, una comunidad de vecinos a cual
más estrafalario, vividores de ocasión y gentes de la calle de cualquier oficio
y condición, porque el espacio salido de su lápiz es un espacio sin límites y
un campo de acción sin constreñir por los muros que alzan la lógica y la
verosimilitud. Un mundo infinito donde todo tiene cabida.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">En las historietas de Ibáñez el texto es importante, desde luego,
pero es preciso fijarse sobre todo en el dibujo, y más aún en los que aparecen
por las esquinas casi como complemento del tema central, pequeños detalles de
tinte anecdótico que alcanzan la misma fuerza expresiva que los protagonistas. A
veces la sátira más aguda tiene su reflejo más gracioso en estos rincones.</div><div style="text-align: justify;">Los sesudos jurados de los premios rimbombantes no han querido
reconocer, don Francisco, que lo suyo es un verdadero arte, mucho más que algún
otro que sí han premiado, al menos porque ha hecho más felices a más personas
sin perder las características de toda creación artística que merezca tal
nombre. Yo le confieso que siento envidia de su don. En un mundo en el que
nunca faltan los tiranos de turno empeñados en arrancar lágrimas de dolor a
tanta gente, usted ha esparcido sonrisas a millones de personas. Ya lo creo que
es para envidiar.</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-62187303034058513092023-07-12T12:34:00.001+02:002023-07-19T12:04:44.921+02:00Crónicas viajeras: Bomarzo<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL_9i8LxkZe66de1uaf6Jd6oGsr3n4Jyn_yrSc7wWhdaN6gA56Th26Q3pxYMA4xkisEVWvd7HnuzihAXUHwItIn8rcVfh0Fdyq4OfhLYO1R9pL72c2z4JPHSwiIVrlb2jbdRevtEAIQvf3zXfTvFZNabyxcSdWxhr34uExnWT-FTl8PpmsmK-hmzgO5lAd/s259/descarga.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="194" data-original-width="259" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL_9i8LxkZe66de1uaf6Jd6oGsr3n4Jyn_yrSc7wWhdaN6gA56Th26Q3pxYMA4xkisEVWvd7HnuzihAXUHwItIn8rcVfh0Fdyq4OfhLYO1R9pL72c2z4JPHSwiIVrlb2jbdRevtEAIQvf3zXfTvFZNabyxcSdWxhr34uExnWT-FTl8PpmsmK-hmzgO5lAd/w298-h223/descarga.jpg" width="298" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><span style="text-align: justify;">Los Orsini fueron una de esas familias de </span><st1:personname productid="la Italia" style="text-align: justify;" w:st="on">la Italia</st1:personname><span style="text-align: justify;"> del Renacimiento que
dieron forma y fama a su época y a su solar. Eran romanos y güelfos, es decir,
decididos partidarios de que el papa fuera algo más que un conductor de
conciencias. Fue, además, una familia de largo y variado espectro; en ella hubo
cardenales, condotieros, buscacamas, envenenadores, almirantes y hasta dos o
tres papas, como familia influyente que era. Sin embargo, el que el visitante
de hoy recuerda es un Orsini medio enano, cojo y jorobado, de cara triste y
gesto huidizo, que llevaba como una piedra atada al alma el continuo contraste
que causaba su persona en una corte de belleza. Se llamaba Pier Francesco,
Vicino para los suyos, y era duque y algo poeta, y se había casado con una de
las mujeres más hermosas y de más noble familia de Roma, Julia Farnese, aunque
esto poco importa.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Los fantasmas que Vicino sintió aletear en lo más hondo de sí
mismo durante toda su vida jamás supieron de piedad ni hicieron nunca el menor
ademán de buscar otro acomodo, hasta que decidió liberarse de ellos
encerrándolos en un bosque en el que permanecieran inmóviles para siempre. El
Bosque Sagrado de Pier Francesco Orsini se halla cerca de Bomarzo, entre la
campiña latina y el cielo injusto, que lo mira con sonrisa de sol. Al Bosque
Sagrado lo llaman las guías y las gentes el Parque de los Monstruos, con lo
cual demuestran lo poco que entendieron a Vicino.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">El conjunto se extiende sin ningún esquema previo, sin más punto
de unión que la búsqueda de lo fantástico y su contraste con la naturaleza
circundante. El ojo siempre tropezará, de modo aparentemente fortuito, con un
elemento sorprendente, apoyado en una idea artística lejana o anacrónica. La
piedra se convierte en una manifestación figurativa totalmente inusual en el
arte italiano, tan equilibrado siempre, tan cercano a la inclinación natural
del hombre hacia lo bello. Monstruos gigantescos que te miran desde la
espesura, dragones, elefantes en lucha, mujeres deformes, leones, el oso de los
Orsini, <st1:personname productid="la Gran M£scara" w:st="on">la Gran Máscara</st1:personname>,
con sus ojos vacíos y su espantosa boca abierta hacia la estancia de su
interior, que alude claramente la antesala del infierno, la casa inclinada, una
fuente oblicua, el templete pseudodórico dedicado a Julia Farnese. Cuando
Vicino levantaba esto, se estaban construyendo El Escorial y la basílica del
Vaticano. Hay obras que no son más que una instalación mental a la que se dota
de tres dimensiones, y ya se sabe que la variedad de las mentes es uno de los
grandes atributos humanos.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Es ya casi de noche cuando este visitante emprende el regreso a
Roma. En el Bosque Sagrado ya no quedan turistas, y uno siente que los horarios
siempre impidan contemplar las cosas en el tiempo más propicio. Las sombras se
quedan solitarias, sin nadie que las pueda ver, ahora que llega su momento,
porque al sol los ojos vacíos de <st1:personname productid="la Gran M£scara" w:st="on">la Gran Máscara</st1:personname> casi parecían tener mirada. Quién
los viera ahora para atemorizarse con ellos. El viajero, a cambio, piensa en
Vicino y en la definición que bien pudo hacer de sí mismo: "pobre monstruo
de Bomarzo, pobre monstruo pequeño, ansioso de amor y de gloria, pobre hombre
triste".</span></span></div><p class="BodyText" style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></p><p>
</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p></p>Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-66935422798345996672023-07-05T12:41:00.004+02:002023-07-05T12:41:44.902+02:00La generación superior<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Da la impresión de que nuestra generación está camino de creerse que
su pensamiento y sus formas de actuación son algo inédito en el tiempo. Es como
si estuviera convencida de que su presencia y su comportamiento constituyen,
por un lado, la culminación de un largo proceso que abarca al menos los dos
últimos siglos, y por otro, el origen de una nueva era que ella misma se está
esforzando en engendrar. No se tiende a considerar la teoría cíclica de la
evolución histórica, apisonada por las evidencias únicas y novedosas que
creemos ver en torno nuestro como espectadores privilegiados.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Quizá otras generaciones hayan tenido la misma sensación con
razones estimables para sentir lo mismo, pero no parece haber sido nunca tan
evidente como en esta. Una revolución tecnológica y científica de alcance
impredecible y consecuencias más impredecibles todavía, la proclamación exaltada
de los derechos del hombre incluso en dimensiones hasta ahora nunca tocadas, el
alejamiento de los valores religiosos, con una dependencia del dogma cada vez
más debilitada, y el hecho de que muchos se empeñen en mirar por encima del
hombro a casi toda <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la
Historia</st1:personname> o, cuando menos, a toda <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> desde el fin del
Renacimiento, hacen que consideremos nuestro tiempo con una mirada cargada de
prepotente superioridad, con la convicción de que hemos conseguido lo que
ninguna generación ha logrado en millones de años. Resulta que ahora nos
creemos capaces de alterar el clima, como si este planeta no hubiera estado en
un continuo cambio climático desde que se formó; de modificar el sexo a nuestro
capricho; de alterar cualquier paradigma impuesto por la naturaleza. Y no. Nos
lo creemos, pero no. Veremos que anida en esta soberbia babélica un germen de decepción
que habrá de aflorar irremediablemente en su momento.</div><div style="text-align: justify;">No puede evitarse. Y quizá tampoco fuera bueno, porque la
autoestima y la presunción exagerada son rasgos de juventud y cabe esperar de
ellos vitalidad y empuje. Pero no cabe negarse a ver que todas las generaciones
fueron jóvenes y se consideraron a sí mismas origen y fin, consecuencia de los
defectos anteriores y saco de todas las desgracias históricas, pero, a la vez,
punto de partida inmejorable para una situación futura distinta. Esto es tan
inevitable que es lo que hace que <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> sea variación, cambio, movimiento,
proceso continuo. Es vano afirmar la superioridad de ninguna generación sobre
las demás, y menos cuando aún no han llegado las que pueden juzgarla, porque
cada una es, en sí misma, un trozo esencial, irremediable e intransferible del
devenir de la humanidad.</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-86086466791738422012023-06-28T14:00:00.005+02:002023-07-19T12:04:26.469+02:00Crónicas viajeras: Atenas<div style="line-height: 14.4pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana; text-align: justify;">Arnold Toynbee trató
de demostrar que existen dos grandes grupos de ciudades, las corrientes y las
de destino, y él mismo sitúa a la cabeza de estas últimas a Atenas. El destino
de Atenas fue dotar a Occidente de la mayor parte de los valores inmateriales
que son el soporte de su civilización: la filosofía, el arte, el discurso
racional, la idea de democracia, la música, la literatura, la ciencia, el
espíritu deportivo. Pocas ciudades pueden presentar un destino histórico
similar; por eso la Atenas de hoy no tiene fácil explicación.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="color: black; font-family: Verdana; mso-ansi-language: ES-TRAD;">Vaya por delante que el viajero ha de
saber distinguir claramente entre las dos Atenas para no enredarse en
equívocos. La ciudad clásica terminó hacia el siglo III; la
Atenas que hoy extiende su inmenso caserío hasta donde no alcanza la vista
nació en el siglo XIX y es un producto apresurado y sin la menor visión
urbanística. El caos, la suciedad y la basura, sin embargo, son de hoy mismo.
Tal vez herencia turca, que eso debió de ser lo único que dejaron los vecinos
tras 400 años de ocupación. El caso es que la Atenas de hoy es tal
vez la capital más fea, anodina y sucia de Europa. La ciudad que enseñó al
mundo la búsqueda de la Belleza como suprema razón, se ha convertido
en el último espejo en que mirarse. Pero cuando desde algún claro se
atisba la Acrópolis, uno vuelve a sentir que ha venido allí por algo.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="color: black; font-family: Verdana; mso-ansi-language: ES-TRAD;">
La Acrópolis se alza en el centro con su silueta inconfundible. Aún hoy,
cuando la ciudad le ha adulterado su entorno primitivo, haciéndola emerger, no
de la tierra, sino de un mar de tejados, aún hoy la gran roca muestra su figura
cargada de imponente dignidad. Cabe pensar cómo se vería cuando la ciudad era
proporcionada a la roca y su entorno eran las suaves colinas de piedra y
laderas arboladas que bordeaban el ágora.<br /> </span><span lang="ES-TRAD" style="color: black; font-family: Verdana; mso-ansi-language: ES-TRAD;">La ascensión, una vez dejadas las últimas casas, es
un agradable paseo entre pinos y mirtos. En la explanada de la entrada están
los servicios, las taquillas, las tiendas y unos cuantos vendedores de mapas y
guías en todos los idiomas. Tras la verja, una pequeña cuesta de piedra lleva a
la puerta Beulé y a los propileos. La entrada en el recinto impone a cualquier
visitante, a poco que se sienta mínimamente heredero de aquel lugar; así lo
viene haciendo desde siglos. Queda a la derecha el pequeño templo de Atenea
Niké. A la izquierda, el Erecteion, el templo más extraño por su planta y
único por su pórtico de cariátides; llamar a alguien cariátide era un piropo;
suponía compararla con las mujeres de Caries, que tenían fama por su belleza:
de ahí que se les haya aplicado este nombre a estas seis hermosísimas doncellas
que sostienen el arquitrabe del pórtico. Por todos los sitios se ven capiteles,
cimientos y ruinas de otros edificios, pero no hay mirada para nada más que
para aquella figura imponente y extremadamente bella que tenemos delante: el
Partenón. Sencillo, ordenado, majestuoso, asombrosamente equilibrado de
proporciones. Es la belleza convertida en rectas y volumen, una figura de
increíble armonía que encaja sin ningún chirrido en las líneas de nuestra
razón.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="color: black; font-family: Verdana; mso-ansi-language: ES-TRAD;">El viajero desciende la ladera y bordea el ágora
camino del cementerio del Cerámico, donde la aceptación de lo inevitable se
traduce en una serenidad que entra de lleno en el mundo de las ideas, sin
concesión a las pasiones propias del hombre, y donde el sentido de
trascendencia queda diluido en ambigüedad.</span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-27799908061159368702023-06-21T13:21:00.004+02:002023-06-21T13:21:53.529+02:00Nueva etapa<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"> <span style="font-family: verdana;">El tornado del 28 de mayo nos ha dejado
un vendaval de cambios en los modos de gobierno y en los nombres de quienes lo
han de llevar a cabo que parece, más que nunca, el inicio de una nueva etapa.
Hay un ambiente generalizado de renovación que certifica un fin de ciclo por
agotamiento de unas ideas y unos modos de actuación que no encajaban con el
sentir de la mayoría ciudadana. Ha sido una marea que lo inundó todo y cambió
los colores políticos del mapa nacional, un movimiento cuya unanimidad en
cuanto a extensión debiera hacer pensar a los que han sufrido sus
consecuencias, más allá de achacarlo a cualquier circunstancia ocasional. Seguramente
en muchos habrá habido decepción, en otros alivio y en casi todos una cierta
esperanza de que todo mejore y se haya aprendido de errores pasados. Lo cierto
es que el juego democrático ha renovado el tablero y puesto sobre la mesa otras
piezas siguiendo las indicaciones de la voluntad popular. Es la bendita rutina
de la democracia.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><span style="line-height: 150%;">En qué afecta esto a los ciudadanos es una
cuestión que no tiene una respuesta única y puede abarcar desde la educación o
el tráfico hasta la propia imagen de la ciudad. Gijón es un</span> buen lugar
para vivir, con una más que aceptable calidad de vida, aunque esto no admite
más que apreciaciones relativas. A lo largo de los años se han ido consiguiendo
metas que han cambiado su fisonomía y sus modos de vida hasta convertirla en la
ciudad moderna, atractiva y bien dotada de servicios que es, pero ahí están los
viejos problemas de siempre, que todos cuantos alcanzan la vara municipal prometen
intentar resolver en primera instancia: el paro de nuestros jóvenes, el
problema de la vivienda, la contaminación de algunos barrios, la ordenación
acertada del tráfico en las principales calles, junto a otros menos
determinantes, pero que afectan a la estética de la ciudad, como esa
proliferación de pintadas con que unos botarates descerebrados embadurnan todo
lo que se pone a su alcance. La lista de problemas sería inacabable, tantos
como grupos sociales.</div><div style="text-align: justify;">Después de la etapa anterior, que no fue precisamente el período
más exitoso de la ciudad, se espera un giro que corrija las equivocaciones
cometidas y que evite caer en decisiones mal tomadas por errores de
planteamiento o falta de suficiente reflexión. Facilitar las iniciativas
sociales y particulares, oír a la calle, pensar que, ante todo, lo que se está
ejerciendo es un servicio, decidir sin el menor asomo de sectarismo, con la
mirada puesta ante todo en tratar de hacer lo más fácil posible la vida a los
ciudadanos. No pediríamos más.</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-39089391076612755112023-06-14T13:58:00.001+02:002023-06-14T13:58:27.111+02:00Teoría del suspenso<div style="line-height: 150%; tab-stops: 0cm 33.05pt 65.55pt 72.0pt 76.6pt 108.0pt 144.0pt 180.0pt 216.0pt 252.0pt 288.0pt 324.0pt 360.0pt 396.0pt 432.0pt; text-align: justify;"><div style="line-height: 150%;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">En esto del conocimiento
no creo que debiera haber más grados que los que cada uno quisiera imponerse a
sí mismo, según sus ambiciones y su propia necesidad de instalación espiritual.
Suena quizá con un cierto aire de las viejas melopeas acratoides, pero bien
saben mis papeles y las paredes de mi cuarto que no sabría escribir ni una sola
línea por ese camino. Quien no añade nada a sus conocimientos los disminuye,
dice el sesudo Talmud, así que líbrenos él de cuestionar la validez del
conocimiento y ciñámonos sólo a las circunstancias de su elección.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">La libertad para elegir conocimiento es un atributo de derecho
natural, y si esto fuera discutible, al menos será difícil negar que es opción
gratificante y camino alegre para andar por la vida. Uno cree también que es
una muestra de cariño hacia quien se le ofrece. Pero es necesario hacerlo en el
tiempo oportuno, allá cuando la capacidad de discernimiento comienza a
afianzarse. Porque el conocimiento, entendido como el conjunto de saberes que
han de sostener y condicionar toda nuestra trayectoria espiritual, parece un
valor demasiado importante para alargar excesivamente el momento de su
elección. El conocimiento es poder; es un poder cuya eficacia de uso depende
del grado de afinidad que se haya tenido en su adquisición, y esta afinidad ha
de ser más estrecha cuanto más largo haya sido el tiempo de camino juntos y
menores las interferencias ajenas; cuanto más temprano haya sido el inicio de
la marcha en común del que aspira a la posesión del conocimiento y el
conocimiento mismo.<br /></span>os sistemas educativos españoles han tendido a retrasar en
demasía el momento de entregar al estudiante la opción de decidir con qué
compañeros quiere continuar su aventura intelectual. Es éste un largo y duro
camino, y los caminos largos se andan mejor en una compañía agradable que con
advenedizos impuestos, pero el adolescente no tiene alternativa. En aras de una
concepción totalizadora de la enseñanza, se diseñan unos planes de estudio de
carácter abarcador, sin ver que los únicos saberes que pueden aspirar a ser
universales son los básicos, y esos ya están adquiridos.<br /><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Y así vemos a ese joven de dieciséis o diecisiete años, honesto
con su deber y voluntarioso hasta donde se lo permitan, preguntándose para qué
diablos le puede servir el binomio de Newton, a él, que quiere ser historiador.
Y ahí está, atascado curso tras curso, a remolque de logaritmos y leyes de la
termodinámica que no entenderá jamás, y viendo cómo disminuye día a día su
autoestima, sin que ni el profesor ni el seminario ni el primo ni el vecino le
comprendan y hasta le tomen por el vago que no es.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">No es bueno el desánimo, antesala de la frustración y aun del
escepticismo, y un joven escéptico es la antítesis de su propia definición. Si
la vida es un estar siempre aprendiendo sin llegar nunca al verdadero
conocimiento, según nos advirtió con honestidad y sin tapujos el filósofo,
parece de ley prudente dar la posibilidad, en cuanto sea posible, de elegir el
propio conocimiento.</span></span></div>
</div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-849037841470846922023-06-07T13:06:00.000+02:002023-06-07T13:06:06.314+02:00No hay respiro<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Lo más decepcionante de los políticos, en general, es el orden en
que colocan las prioridades de su actuación. En primer lugar está él mismo, su
propia persona; erigirse como referencia ineludible de la actualidad nacional,
dominar la sociedad en todos sus aspectos y pasar al olimpo de las figuras
históricas. En segundo lugar viene el partido, el número de votos que pueda
ganar o perder, su estabilidad interna y su imagen externa; todo sea por él,
que fue el que lanzó al jefe al poder y el refugio que apoya sus errores; por
él vale todo: pactos antinaturales, alianzas extrañas, incumplimientos de
promesas y hasta los dictados de la propia conciencia se venden y se compran si
es necesario con tal de que el partido cumpla su función de captar votos. Después,
y a mucha distancia, está el país, entendido como patria común, ya que la
conciencia nacional y el sentimiento patriótico no son conceptos que suelan
figurar entre las proclamas de la mayoría de nuestras facciones partidistas. Y en
último lugar estamos los ciudadanos; los ciudadanos de a pie, que soportamos
las promesas incumplidas y las decisiones arbitrarias sin más ocasión de
sentirnos protagonistas que la que nos dan las urnas cada cierto tiempo.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Ahora nos llaman de nuevo a votar. No toca, pero habremos de ir
por conveniencia de alguien que ve en ello su propia ventaja. Iremos en
chanclas y a piel descubierta, y más de uno oliendo a bronceador, porque julio
es mes de canícula y los domingos riman más con sol y playa que con una sala
cerrada donde se va a cumplir con una obligación que podría tener mejor acomodo
en el calendario. Pero iremos, porque hay ganas de cambio y de acabar de una
vez con esta pesadilla que nos amarga cada mañana con una actualidad de sobresaltos
y con escasas noticias que reconforten el espíritu.</div><div style="text-align: justify;">Pero antes hemos de hacer frente a otra campaña electoral, que no
es ningún aperitivo placentero. Aún tenemos el paladar saturado de la anterior.
Volveremos a oír las mismas frases impostadas que nada significan. Todo será
progresista y sostenible y, por supuesto, democrático. Habrá negociaciones
frenéticas en busca de alianzas que permitan uniones de hecho, por
antinaturales que sean, para evitar que el ganador se siente en el poder.
Oiremos a quienes atisban al lobo tras las encuestas justificar sus errores
intentando que los veamos como aciertos, y a los que olfatean el triunfo exhibir
sus remedios, que tampoco necesitan ir mucho más allá de lo que dicta el
sentido común. Nos han llamado en un día atípico, pero así todo iremos.</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-65536206016427318412023-05-31T12:56:00.000+02:002023-05-31T12:56:41.915+02:00Mi amigo el moro<div style="line-height: 150%; tab-stops: 0cm 33.05pt 65.55pt 72.0pt 76.6pt 108.0pt 144.0pt 180.0pt 216.0pt 252.0pt 288.0pt 324.0pt 360.0pt 396.0pt 432.0pt; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Andaba el hombre por Roma con su cara de eterno desubicado y
bastó que me oyera saludar con acento español para que se acercara con su vaso
a mi lado. El vaso era de zumo, que Muley Mehmed no bebe alcohol. El mío era
de chianti, y por ahí, por los vinos de Italia y España, vino el pretexto para
hablar.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Muley sabe bien lo que quiere, pero se encuentra con que la
vida no es precisamente una dama generosa que se distinga por allanar los
caminos, y da la impresión de que eso le sorprende un poco. Puede que ya sepa
que así nos ocurre a la inmensa mayoría y que le traiga sin cuidado, porque
ciertamente vago consuelo es, pero en todo caso es una verdad, por si de algo
sirve.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Muley Mehmed es marroquí, habla un correcto español y trabaja
en una agencia de viajes en Roma. Dice las cosas en voz baja y muy despacio,
mirando fijamente a su interlocutor, creo que para darse más seguridad a sí
mismo, y de este modo me cuenta que es licenciado en Literatura Española por la
universidad de Casablanca y que todo su afán se centra en trabajar algún día en
España:<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-A los marroquíes España nos parece la meta a alcanzar. Ir a tu
país es ir a un país europeo y además sin los inconvenientes de los otros. Es
como la otra orilla, en todos los sentidos.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-¿Y por qué nosotros no tenemos otra orilla?<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Muley le mira a uno como diciendo qué pregunta. No se da
cuenta de que no se trata de ninguna autocontemplación, ni mucho menos, sino de
una observación entre curiosa y dolida, y comienza a hablar del tremendo atraso
cultural y social de su país, del inmovilismo de sus estructuras, de la
pobreza, de la sorda lucha entre religión y progreso, de la interminable toma
de decisión entre dos mundos, que cada vez parece más angustiosa. Luego vuelve
al tema de su nueva vida:<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-Aquí me tratan bastante bien, pero no es sólo eso; veo que
jamás tendré posibilidades<br /> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Un país como Italia debe de resultar de difícil comprensión para
los alejados culturalmente de su sombra. Todas las formas complejas y elevadas
ofrecen una cara dura a los que no están iniciados en ellas, incluso aunque
provengan de otras igualmente importantes. También puede que ocurra en España,
aunque aquí el carácter modifica algo la norma.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-Yo lo que quiero es ir a España a trabajar como guía turístico,
a ser posible en el sur.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">A Muley se le pone cara de ensoñación y a uno le parece que
no es nadie para romperla con los crudos datos de la realidad, así que se
limita a hacer alusión a algunas exigencias.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-He estudiado mucho sobre España. Mucho. Y si hay que sacar
alguna titulación, pues la saco. Podría ser un buen guía. Se lo digo de verdad.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Muley bebe su zumo y mira al otro a ver qué dice y, como el
otro no dice nada, continúa:<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">-En Italia no estoy mal, pero... Yo me siento ya un trasplantado
y a los trasplantados no les importa ya ninguna operación con tal de que el
órgano funcione.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">El último día de mi estancia en Roma, tomando en Via Tomacelli
la copa de la despedida, Muley Mehmed pidió con la más clásica de las
circunlocuciones árabes que hiciera lo posible por ayudarle a conseguir lo que
quería.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-28317391213958125212023-05-24T12:33:00.002+02:002023-05-24T12:33:32.780+02:00A quién votar el domingo<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"> <span style="font-family: verdana;">Se hace larga la campaña electoral. Quince días de jarreo de
mensajes, de rostros omnipresentes dentro y fuera de casa y de ofertas de
mercadillo de feria, dejan a todos, a los que hablan y a los que escuchan, con
la lengua y los oídos fatigados y a los cuerpos con ganas de un poco de
silencio. Seguramente no se conoce otro modo mejor de prologar unas elecciones
que este de montar un vaivén continuo de candidatos moviéndose por todos los
rincones y diciendo las mismas cosas, pero quizá habría que echar cuentas y ver
si el esfuerzo hecho se corresponde con la eficacia del sistema. La realidad es
que la campaña ya está hecha; se fue haciendo día a día a lo largo de toda la
legislatura. Los mítines de ahora son, si acaso, la hojita de perejil con que
se remata el plato, pero sin añadir ya ningún sabor. Algún converso habrá de
última hora, alguien de convicciones tambaleantes que las modifique en función
de lo último que oiga, pero la experiencia viene a decir que a los mítines van
los convencidos y que los discursos tienen más un efecto de reafirmación que de
convencimiento. No sé de nadie que vaya a un mitin con un propósito y salga con
otro.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Las campañas pueden tener más efecto en los escépticos, aquellos
que tienden más al accidentalismo que al dogma. También en los que no tienen claro
a quién votar, pero sí saben muy bien a quién no van a hacerlo. Encuentran más
práctico y con menor riesgo de equivocación tomar la decisión por descarte.
Despejan sus dudas proyectando sobre los candidatos su propio concepto de lo
que ha de ser el ejercicio de la política y rechazando a quienes no se ajustan
a él. No votarán a los que desprecian o banalizan los valores que para ellos
son irrenunciables, a los que mienten descaradamente, a los que prometen sin
ningún propósito de cumplir lo prometido, a los de la sonrisa y gesto
obscenamente impostados, a los que insultan y ofenden, a los que buscan el
lucro personal por encima del bien común, e incluso a otros por razones más
concretas y menos trascendentes. Yo, por ejemplo, confieso que no votaré nunca
a los que den la tabarra continuamente con eso de todos y todas, ciudadanos y
ciudadanas, trabajadores y trabajadoras, y todo ese irritante desdoblamiento,
que sólo pone en evidencia la ignorancia de quien no conoce la tendencia de
nuestro idioma a la economía sin mermar un ápice su fuerza expresiva.</div><div style="text-align: justify;">Y al final hay en toda campaña electoral un aire de cierta ternura
al ver cómo todos se esfuerzan en convencernos de que son los mejores y podemos
confiar en ellos. Ay, si pudiéramos acertar.</div></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-2158991515513247292023-05-17T13:30:00.001+02:002023-05-17T13:30:15.539+02:00La campaña<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"> Sería una suerte tener en cada campaña
electoral un viaje que nos permitiera librarnos de ella y dejarnos la cabeza
más o menos como estaba. Desde la lejanía todo se achica y, si uno no quiere,
cuenta con muchas posibilidades de no tener que observar la refriega política
española, lo cual es un tonificante para la salud tan bueno como el mejor
balneario.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Las campañas electorales son una subasta. Los
licitadores van exponiendo sus ofertas a un ritmo bien medido, dosificándolas
en función de las que hagan los rivales. Si es un postor ya avezado, sabrá
dónde debe detenerse, aunque no sea más que para no ofender la capacidad de
raciocinio de los adquirentes. Si no lo es, ofrecerá ilusiones vestidas de
proyectos vagamente realizables, sin explicar que jamás podrán pasar de ahí. Si
los oyentes tienen ya una experiencia bien curtida, como es el caso, sabrán
distinguir entre ambos sólo con oírlos saludar, y dejará en su sitio a los
vendedores de humo. Lo malo es que, en la realidad, no existen líneas
definitorias tan claras. Ni aun los ofertantes más serios pueden prescindir de
una cierta dosis de demagogia, ni los más fantasiosos carecen de una mínima
cantidad de realismo. De ahí la dificultad de discernir entre ambos, y de ahí
el hecho de que, muchas veces, la elección termine haciéndose en virtud de
motivaciones más próximas al sentimiento que a la razón.</div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Decía Borges, con su agudeza para fabricar
definiciones contra corriente, que la democracia es una superstición muy
difundida. Puede que tenga de superstición el hecho de ser inalcanzable en su
estado más puro y que posea sus rituales propios y sus ministros y su
terminología específica, pero el hecho de introducir un nombre en una urna no
tiene de mágico más que lo escaso de su práctica. Ese es el único momento en que
la democracia no es palabrería. El día en que las campañas electorales dejen de
ser subastas vocingleras para convertirse en reflexión personal sobre la base
de unos mensajes ofrecidos con medida discreción, le habremos quitado otro poco
de razón a la definición de Borges.</div></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 11pt; line-height: 150%;">Y, luego, a la vuelta, encontrarse con que se ha
cambiado al alcalde y a otros dirigentes, y mantener otra vez en nuestro
interior la ingenua esperanza de que se
esta vez se van a cumplir las p</span></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 11pt; line-height: 150%;">romesas</span></div></span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-55912754644361867122023-05-10T12:11:00.003+02:002023-05-10T12:11:43.640+02:00Un premio acertado<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">De nuevo hay que hablar de las humanidades con aire de lamento, como
se habla de alguien muy querido que se encuentra en una situación delicada sin
que nadie parezca querer ayudarle. Este año el premio Princesa de Asturias en
este apartado ha recaído en Nuccio Ordine, alguien que ha dedicado su obra y su
esfuerzo a su estudio y su defensa. El latín, el griego, la filosofía, el arte,
la música, la literatura, todas esas cosas que los necios se preguntan para qué
sirven, tienen hoy un firme defensor en este humanista italiano, que lleva su
posición hasta establecer un postulado: "Sólo es realmente hermoso lo que
no sirve para nada. Todo lo que es útil es feo, porque es la expresión de
alguna necesidad, y las necesidades del hombre son ruines y desagradables,
igual que su pobre y enfermiza naturaleza". Pero hay algo más: el
empobrecimiento de nosotros mismos, de nuestro pasado y de lo que somos en el
presente. Pensemos, por ejemplo, que en pocos años no quedará nadie que pueda
entender un documento antiguo. Las humanidades son el mayor patrimonio de
España, y sin embargo hay que ver el maltrato que reciben por parte de las
desdichadas leyes de educación que padecemos y que cada ministro que llega al
poder se esfuerza en hacer peor que el anterior.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">En los estudios de las humanidades encontramos lo mejor de cada
generación que nos precedió. Lo que nosotros sufrimos,
otros lo sufrieron; lo que sentimos, otros lo sintieron; lo que nos ilusiona, a
otros ilusionó. Las dudas que nos afligen afligieron a otros, y las mismas
preguntas que nos hacemos otros se las hicieron. Y todas sus conclusiones y las
respuestas encontradas, envueltas casi siempre en marcos de enorme belleza
expresiva, están en las obras de esos autores que llamamos clásicos, o sea en
el estudio de las humanidades.</span></div><span style="color: black;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Los clásicos son receta contra la melancolía y la soledad,
y para los autores de hoy, santo y excelente remedio para curar la vanidad. Son
defensa frente a la vaciedad de la palabrería engañosa con que nos atiborran y contra
la invasión de nuestra mente por parte de tantos como tratan de dominarla.
Andamos tantas veces soportando la intemperie de nuestras limitaciones
intelectuales y no caemos en que la sabiduría consiste en acudir al armario a
ver qué prendas de abrigo nos protegen del frío. Porque, además, el armario que
tenemos es amplio y está repleto de prendas de gran calidad. La experiencia no
consiste sólo en ver las cosas que pasan, sino en reflexionar sobre ellas una
vez que han pasado. Sea bienvenido ese premio.</span></div><o:p></o:p></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-86688980366401353132023-05-03T12:46:00.000+02:002023-05-03T12:46:36.861+02:00Ser agradecidos<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="text-align: justify;">Pocas escenas hay en </span><st1:personname productid="la Historia" style="text-align: justify;" w:st="on">la Historia</st1:personname><span style="text-align: justify;"> del Arte tan significativas como aquella
que nos muestra a Schubert caminando en solitario detrás del féretro de
Beethoven. Era un día de marzo vienés, frío y ventoso. El músico de Bonn había
muerto el día anterior, y todo el que representaba o quería representar algo en
la sociedad vienesa había acudido a despedir al hombre huraño y genial, que
había llevado a la música aún más allá de Mozart y de todo lo conocido y por
encima de todo convencionalismo personal y social. La devoción de Schubert por
Beethoven, sin embargo, tenía un carácter intemporal y
en cierto modo simbiótico; era la admiración de un creador por otro; la
devoción profunda y silenciosa que siente el genio, aunque aún no tenga
conciencia de serlo, por otro que lo es ya de modo absoluto y fecundo. En toda
su vida, Schubert no se había atrevido a presentarse ante Beethoven por pudor
artístico y acaso también por la fama de antisocial y de imprevisible que tenía
el gran sordo; su veneración por la figura y la obra del maestro, que llegó a
rozar lo obsesivo, fue siempre de condición silenciosa y tal vez algo dolorida,
como lo son todos los sentimientos irrenunciables.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">En aquel marzo de 1827, mientras todo el que quería hacerse ver
en Viena desfilaba en el cortejo con sus mejores galas fúnebres, entre
comentarios sobre la última anécdota del finado y con la cara de circunstancias
que la ocasión requería, Schubert caminaba solo, detrás de la multitud,
llevando en la mano su propio hachón y con sus ojillos miopes fijos en algún
punto indefinido. <br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">En verdad, pocas imágenes de humilde admiración y homenaje
callado del genio al genio pueden encontrarse en la larga crónica de las
relaciones artísticas. Y por debajo de todo, de íntimo agradecimiento hacia el
creador de belleza por parte del receptor de ella. Porque este es precisamente
un agradecimiento escaso y cuya ausencia resulta siempre
fácil de justificar, como todo lo que se recibe sin atisbo de interés ni de
imposición ni contrapartida alguna por parte del donante. Leemos un hermoso
libro, gozamos con una obra de arte o disfrutamos durante un intenso momento
con una bella música y nos parece natural que eso haya sido creado para nosotros,
como si alguien hubiera nacido con esa obligación original, cuando, por un
elemental deber de gratitud, debiéramos cerrar los ojos y dedicar mentalmente
un fervoroso recuerdo agradecido a la figura que lo hizo posible. La belleza no
brota de ninguna sopa germinal ni de las intenciones ni aun de las ideas o, al
menos, no sólo; el espíritu del demiurgo es tan evanescente que no anida en
ningún mortal, y mejor que así sea; el genio lo es sólo en cuanto es capaz de
sacrificio.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">De todas las definiciones de genio que uno tiene anotadas, tal
vez la más exacta sea la menos ortodoxa: genio es la infinita capacidad de
tomarse molestias. El genio en sí mismo poca cosa es, unas simples y calladas
cuerdas de arpa, dijo el poeta; un uno por ciento de la obra, dijo el
científico; un don, decimos todos, y tenemos razón. Pero un don inactivo en sí
mismo; es decir, nada sin el esfuerzo. Y el eco de ese esfuerzo es el que nos
alcanza a todos, sin que merezca en la mayoría de los casos ni un leve
pensamiento.<br /> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Schubert murió al año siguiente de Beethoven, un día de otoño,
sin llegar a cumplir los treinta y dos años. Tal como había deseado, fue
enterrado al lado del sordo genial.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-3481480776358501022023-04-26T12:49:00.002+02:002023-04-26T12:49:35.254+02:00Rostros del pasado<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Perdida entre la habitual bambolla de la actualidad, desapercibida
para las tertulias y para los que manejan el cotarro mediático, nos llega una
noticia del pasado que bien merece una calurosa bienvenida, aunque no sea más
que porque nos sirve para salirnos por un momento del presente y, sobre todo,
porque ayuda a desvelarnos parte de la oscuridad de nuestro tiempo remoto. La
cansada mirada diaria agradece que se la aparte ocasionalmente de la
acostumbrada inanidad que nos rodea y se la lance a lo lejos, allí donde sólo
habitan el sosiego del conocimiento y la serena reflexión sobre nuestro origen.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">La noticia nos da cuenta de que en un yacimiento extremeño se han
hallado por primera vez esculturas de rostros humanos pertenecientes a los
tartesios, esa civilización que se nos presenta más envuelta en misterios que
en certezas. Son dos caras femeninas del siglo V a. C. talladas en piedra,
que constituyen las primeras imágenes humanas que nos llegan de esta
civilización y posiblemente los rostros de los compatriotas más antiguos que
conocemos. Se trata de esculturas de rara perfección, de facciones
equilibradas, labios carnosos insinuando una sonrisa, grandes pendientes y peinado
elegantemente tratado. Este esmero en la imagen y su calidad artística invitan
a pensar que podría tratarse de personajes destacados de la sociedad tartésica
o quizá de divinidades femeninas de su panteón. Si es así, dicen los expertos que
supondría un cambio absoluto de paradigma en la interpretación de la cultura
tartésica, que siempre se había considerado anicónica al representar a sus
dioses mediante motivos vegetales, animales o piedras sagradas. Esta plasmación
humana del poder divino deja abierto un camino para una nueva consideración de
la civilización tartésica alejada de Gárgoris y Habis.<span style="background: white; font-size: 10pt; line-height: 150%;"> </span><span style="background: white; line-height: 150%;">Y
es que Tarteso forma parte de la historia mítica de España y hallazgos como
este nos permiten esquivar su halo de leyenda, que a veces no nos deja evaluar
imparcialmente lo que sabemos con certeza.</span></div><div style="text-align: justify;">No es sólo una rutinaria cuestión de arqueólogos. Se ha añadido un
nuevo fascículo a nuestra Historia del Arte componiendo un capítulo que tenía
las páginas en blanco y que supone un apasionante prólogo de nuestra posterior
trayectoria artística. Ahora surge el lado humano, sin respuesta posible.
Viendo esos rostros de expresión serena, que parecen mirarnos con cierta
condescendencia desde lo profundo del tiempo, cabe preguntarnos a qué voluntad obedecen,
qué emociones representan, qué creencias las motivaron o quiénes se conmovieron
con su presencia.</div></span></div><p>
<br /></p>Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-19418862516037600882023-04-19T19:23:00.004+02:002023-04-19T19:23:52.165+02:00Lindísima amapola<div style="line-height: 150%; tab-stops: 37.95pt 92.25pt 122.75pt 163.25pt 199.55pt 253.05pt 308.3pt 353.65pt 409.7pt; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlY9ugvRM_vfQvTqcytRUhgkV43cylf882TZQM5QrN49737nATfJUGSzV8YqKinBS_7_RsbOzCY1XQWoVz6gwRyTNkR2-UHVCh9rTO8d1E3CR1-AxK5QlPANgMAxdR2h0JZmibZkQG9sdcIgr2Xj2iL323F28lMtaJv1PwiV2t858ZAvFA4ZqC3zenMw/s2048/1.%20Amapolas.%20Colmenar%20de%20Oreja,%202-5-2005.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1341" data-original-width="2048" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlY9ugvRM_vfQvTqcytRUhgkV43cylf882TZQM5QrN49737nATfJUGSzV8YqKinBS_7_RsbOzCY1XQWoVz6gwRyTNkR2-UHVCh9rTO8d1E3CR1-AxK5QlPANgMAxdR2h0JZmibZkQG9sdcIgr2Xj2iL323F28lMtaJv1PwiV2t858ZAvFA4ZqC3zenMw/s320/1.%20Amapolas.%20Colmenar%20de%20Oreja,%202-5-2005.JPG" width="320" /></a></div><span style="font-family: verdana;"> <span style="text-align: justify;">Por el campo castellano la primavera parece que llegara con una
gana irrefrenable, mucho más que por aquí, por el norte, donde viene resuelta más
bien en puro follaje y como con prisas de entrar pronto en el verano. En la
llanura, la primavera se asienta con el gozo de quien se sabe bien recibido y
puede lucir todas sus gracias sin obstáculo alguno. Están los jarales blancos,
y los sembradíos cubiertos en toda su extensión por el rojo ondulante de las
amapolas. Asoma el trigo verde como una esperanza, y el centeno, más pálido, y
el alcacel, y hasta los taludes que bordean ambos lados de la carretera parecen
inmensos macizos de flores, plantados quién sabe por quién, azules de genciana,
blancos de margaritas, violetas de violetas y rojos, sobre todo rojos, de la
gran flor simbólica de las tierras de pan y cereal. Luego llegará la espiga
dorada y aún después la viña, pero el problema de éstas con la primavera es que
ya no forman parte de ella. O sea, exactamente el mismo que tenemos los hombres
con la juventud.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Si uno se decide a internarse en el campo comenzará a sentir los
aromas infinitos del aire, que la primavera no sólo es hacedora de colores ni
halaga únicamente a la vista, sino a casi todos los sentidos, aunque a unos más
que a otros. A este del olfato, el más sutil de todos, desde luego que sí. La
llanura de las hondas perspectivas serias, la de las castas soledades hondas y
de las grises lontananzas muertas, es en primavera, ante todo y sobre todo,
color y aroma, ambos estallantes, como si toda la sensualidad residiera en lo
que se ve y se aspira y no hiciera falta más. O acaso como si cada tierra
tuviera asignada su contribución específica en la gran tarea del gozo de la
vida. El campo castellano aspiró profundamente el aire del asturiano y le dijo:
eres un campo sin olores. Y el asturiano se quedó un momento escuchando y
replicó: y tú un campo sin sonidos. Luego se dieron la mano y reconocieron que
los dos tenían razón, aunque ninguno del todo.<br /></span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Por el campo castellano están viviendo las amapolas su breve
existencia, ofreciendo al viajero la visión del terruño enrojecido como una
herida gozosa. Luego, el sol del verano igualará los colores y todo será
amarillo y ocre, pero ahora merece la pena detenerse y mirar y sentir y aspirar
y saber que es impiedad pasar de largo, porque nada justificaría negarse a la
invitación de tratar de alcanzar el viejo sueño del poeta: ver el cielo en una
flor silvestre y encerrar la eternidad en una hora.</span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-43971978044782241762023-04-12T11:22:00.001+02:002023-04-12T11:22:14.681+02:00Reencuentro triste<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Hemos vuelto a las rutinas de siempre después de este tiempo que
cada primavera nos concede el calendario para levantar la cabeza de nuestra
mesa diaria del trabajo de vivir. Es un alto que se ha hecho necesario para
separarnos por un momento del presente y darnos oportunidad de examinar nuestra
andadura, aunque sea a costa de recordarnos que el año ya lleva gastado un
cuarto de su vida. El tren se ha detenido y da tiempo al viajero a serenar la
mirada y a concentrarla en lo que nunca había fijado su atención.<br /></span><span style="font-family: verdana;">Para el creyente cristiano la Semana Santa es la ocasión propicia
para pararse a fortalecer su fe y recargar sus reservas espirituales ante la
contemplación de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que constituye el
núcleo fundamental de su instalación espiritual. Recogido en su interior o
ayudado por las abundantes manifestaciones exteriores, tratará de acercarse a la
meditación del dogma de la redención y, a través de él, al gran misterio del
ser humano: cuál es el sentido de nuestra vida, y quizá de sus meditaciones
salga un hombre mejor.<br /></span><span style="font-family: verdana;">Para el que ve esta semana tan sólo como un tiempo de vacaciones, son
unos días alegres y despreocupados, en los que merece la pena aguantar atascos,
retenciones y caravanas con tal de tumbarse unas horas en una playa o de
visitar un lugar que poder recordar el resto del año. Las procesiones no tienen
más profundidad que la de un elemento folclórico que se contempla con la curiosidad
del turista o con la indiferencia del ya habituado, según la procedencia de
quien las mire. Incluso para los que han preferido quedarse en casa ha sido una
semana de agradable paz, con el Gobierno inactivo, los políticos más o menos callados
y sin más agitación mediática que la que causó una señora que se las arregló
para ser a la vez madre y abuela de un niño.<br /></span><span style="font-family: verdana;">Y para todos, esta pausa viene a ser el momento del olvido que, aunque
sea fugaz, se presenta como un anhelo; ya vendrá luego la realidad, y en ella
ya estamos de nuevo. Es hora de asimilar, por ejemplo, que nos han destruido
una parte del paisaje y que se hace imprescindible establecer un firme
propósito de que eso no vuelva a suceder jamás, poniendo todo lo necesario para
evitarlo, incluyendo el cambio del código actual. Qué triste el reencuentro con
lo que habíamos dejado, qué sensación de desolación ante la negrura en que se
han convertido nuestros queridos bosques y qué impotencia frente a las manos
cobardes que encendieron las llamas.</span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1611885284700693484.post-65748791139894704572023-04-06T13:19:00.005+02:002023-04-06T13:19:43.125+02:00Ora vez la primavera<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb4zTa9wUG8yYS1tBfytCTwwHM8lUzjJgT0GcV1jukyHpxRgXalfokpDMwmnhDnop-330zDkJDktNgSKLwc8-Gmf7gnt5kEV4fDXssDYAdTo-nBWoUhIamFRIv9RNDT7cBeHAqzjImfr0IGkrs4TNyJcD8S0iruJmbvUQM_MDRZ9-cF1MZdMZ41-YJ3Q/s2076/1.%20Arbol%20de%20J%C3%BApiter.%20Gij%C3%B3n%2024-4-2018.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2076" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb4zTa9wUG8yYS1tBfytCTwwHM8lUzjJgT0GcV1jukyHpxRgXalfokpDMwmnhDnop-330zDkJDktNgSKLwc8-Gmf7gnt5kEV4fDXssDYAdTo-nBWoUhIamFRIv9RNDT7cBeHAqzjImfr0IGkrs4TNyJcD8S0iruJmbvUQM_MDRZ9-cF1MZdMZ41-YJ3Q/w275-h215/1.%20Arbol%20de%20J%C3%BApiter.%20Gij%C3%B3n%2024-4-2018.jpg" width="275" /></a></div>El aire que se lleva las hojas del
calendario es el único que es constante en su fuerza y puntual en el tiempo. Ya
se han ido las mimosas y los ciclámenes, que esas son flores a contracorriente,
y están iniciando su marcha las azaleas después de haber atisbado la esperanza.
Llegan ahora margaritas, cristalinas y prímulas, que son flores primerizas y
con prisa, y se preparan hortensias, rosas, lilas y narcisos, y pronto estará
completa toda la corte de esta dama vanidosa y bella, desde el humilde jaramago
hasta su majestad la camelia. La flor de alta alcurnia y la sencilla flor que
ilumina de colores los campos recién estrenados, las dos como un milagro
renovado, símbolo confeso de tantas imágenes y del jamás colmado anhelo
palingenésico del hombre. Que sigan siendo definición y metáfora, que para algo
habrá de servir a nuestra comprensión, y que nadie recuerde que en el fondo
todo se debe a una inclinación circunstancial del eje de rotación de este
planeta atípico.</span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">No hay juego más sencillo de entender que
este de la vida, en el que todo consiste en una sucesión continua de
nacimiento, muerte y renovación. Quizá sean las únicas reglas que no admiten
ninguna excepción, ni siquiera para ser confirmadas. Nuestra visión global del
mundo según un principio antrópico nos impide asomarnos a él desde un balcón
ajeno, y por eso nos parece perfecto, pero en este único mundo que tenemos la
vida basa su propia existencia en la acción consecutiva de nacer, morir y
renacer. La vida en general, no la del hombre, al que sólo se le conceden los
dos primeros actos. El hombre jamás podrá admirarse ante su segunda primavera.</div><span lang="ES-TRAD"><div style="text-align: justify;">Y en el bosque y en los retamares ya se
han despertado a la vida aquellos a los que el frío durmió, y al celo todos,
porque esa es condición previa de la vida misma. Pronto volverán los que se fueron
en busca de inviernos más llevaderos y comenzará de nuevo el camino anual hacia
la plenitud. No es fácil escapar de la alegoría ni siquiera como fuente de
inspiración; ahí está esa infinita canción que poetas, pintores y músicos
dedicaron a la primavera a lo largo de todos los tiempos, como si fuera la
deidad de un panteón creado exclusivamente para adoradores de la belleza. Pero
la flor que se abre y mil flores surgiendo y un campo cuajado repentinamente de
colores no ofrecen muchas posibilidades de definición, ni siquiera para la
palabra. Quizá la imagen más aproximada de la primavera sea la que dio un poeta
japonés: "La flor cae de la rama y vuelve a la rama. Ah, no; es una
mariposa".</div></span></span></div>
Luis Díez Tejónhttp://www.blogger.com/profile/03281367710064787140noreply@blogger.com0