jueves, 13 de enero de 2011

Dennos un descanso

Yo creo que los ciudadanos de a pie nos merecemos unas vacaciones. Dennos un descanso, señores políticos, que ya que mantenemos generosamente sus necesidades bien podrían callarse durante algún tiempo. A ver qué otro gremio, de todos los que pagamos con nuestros cuartos, nos aflige tanto con su omnipresencia, nos sobresalta con sus ocurrencias, nos inquieta con sus desaguisados y nos asombra con su pretenciosidad. Déjennos airear un poco la cabeza, aunque no sea más que para poder comprobar que en la vida y en el mundo existen otras cosas a las que prestar atención. Retírense durante unos días a lavar el polvo de las palabras muertas y, de paso, refrescaremos todos nuestras recalentadas meninges. Aunque ya no resulte tan fácil demostrarlo, la Tierra sigue girando alrededor del Sol, no alrededor de ustedes.
Claro que en un país en el que existen dieciocho parlamentos, y donde hasta el último mindundi con un acta se cree de Tomás Moro para arriba, no resulta fácil escapar de su presencia y, lo que es peor, de sus palabras. Especialmente en los últimos dos meses, no es que sea un chubasco; es un chaparrón, los cuarenta días del diluvio, Krakatoa y Pompeya juntas. Todo el amplio muestrario de los ejercientes del viejo arte de lo posible puesto en la labor de machacar las mentes de quienes no tenemos otra misión que votarlos cada cuatro años: diputados, secretarios generales, tránsfugas, portavoces, nacionalistas, los del federalismo asimétrico, los que con el siete por ciento de los votos exigen gobernar, corruptos, querellantes y querellados, los que se jactan de incumplir las sentencias judiciales, parlamentarios de miniparlamentos y presidentes de minigobiernos, los de la voz grave y las de grito chillón y brazos en jarras. Todo el elenco bombardeándonos con los problemas que ellos mismos han creado. Cada uno con su razón intocable; el error y la mala fe siempre están, por supuesto, en los demás.
Tómense un respiro. No digo ya que imiten a San Pacomio de por vida, pero sí al menos durante un tiempo, de forma simbólica, claro está. Mientras tanto podríamos estar gobernados por un equipo unido de técnicos callados y eficaces, sin más ideología que la de hacer las cosas pensando en el bien de la comunidad. A ver qué pasaría.

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