miércoles, 9 de septiembre de 2009

Información fugaz

Leer los periódicos atrasados, aunque sea tan sólo de unos días, constituye un ejercicio lleno de enseñanzas sobre el paso del tiempo. Si fuera posible fijar un patrón de medida para lo efímero bien podría ser ese. Nada es menos duradero que la actualidad. Un comentario de hace unas semanas, leído hoy, nos suena ajeno por su lejanía; una noticia de hoy mismo, dentro de diez días será un dato histórico; un libro, una canción, una película han de aprovechar su corta vida para venderse antes de caer en el olvido. Nada queda, nada enraíza. La actualidad dura lo que dura el día. El ayer ha perdido su valor. El presente, ese instante que sólo puede ser un punto entre la ilusión y la añoranza, se ha extendido hasta ocuparlo todo. Vivimos un presente continuo.
Nos proporcionan comida en abundancia y nos incitan a engullirla toda, pero no nos permiten ni la más breve siesta para hacer la digestión. Mandan los intereses de las cuentas de resultados; la información, al fin y al cabo, es un negocio.
El caso es que, si sólo por un momento nos detenemos a pensar, veremos que nos estamos convirtiendo en meros espectadores de nuestro tiempo, renunciando a ser sus intérpretes. Testigos a quienes se les informa exhaustivamente de los hechos, negándoles luego la posibilidad de su análisis. Nuestra capacidad de entendimiento nos está siendo atrofiada y, lo que es peor, sustituida por una nueva misión: la de ser simples receptores pasivos de noticias. Seremos unos seres no pensantes llenos de noticias.
En la corriente de cada día se deslizan hechos y sucesos que la próxima semana ya nadie recordará, opiniones que no da tiempo a responder, porque cuando se hace, la respuesta ya ha perdido la relación con su origen. Río caudaloso del que se aprovechan perversamente quienes conocen bien sus efectos. Entre los políticos hay verdaderos especialistas en ello. Cualquier mentecato suelta por la boca cualquier insulto o cualquier estupidez. Pero cuando llegue la respuesta ya estará casi fuera de contexto y será tapada por la nueva actualidad.
Uno no sabe dónde puede estar el remedio para todo esto, ni siquiera si lo hay, pero cree en la eficacia del ejercicio crítico y del desarrollo del criterio selectivo como medio de autodefensa. En todo caso, tampoco está seguro de que merezca la pena reflexión alguna sobre ello. Mañana este artículo ya no será nada.

No hay comentarios: