miércoles, 15 de junio de 2022

Verano caliente

Casi sin transición y sin avisos, ya tenemos otra vez ahí el verano. Si es que parece que el anterior se fue hace nada; hay que ver qué tópico más manido ese de lo rápido que pasa el tiempo y lo cierto que es. Viene con ganas; todavía no ha llegado el solsticio y ya está achicharrando la mayor parte de la península con ese calor apabullante que nos envían cada año desde tierras africanas, y así todo, su imagen inconfundible nos tiene dominados los deseos y fijadas las añoranzas. Parece traernos un ansia irresistible por absorber la vida en este paréntesis que el año nos brinda, casi como si fuera cada vez algo a estrenar. Se acumulan los pretextos para el desahogo. Mente y cuerpo nos reclaman la luz y el aire libre, como si no fueran capaces de soportar el resto del año sin una inmersión temporal en ellos. Sentimos necesidades que sólo el eterno vaivén de esta bola que nos acoge puede satisfacer, como si la mecánica celeste tuviera un corazón que comprendiera nuestros afanes. Esa es nuestra condición: la de ser pequeña mota que se tiene que dejar llevar, porque toda esa plenitud de vida que nos invade en verano, la alegría de las madrugadas tempranas y claras, la serenidad que desprenden esas tardes largas y mansas, el inquieto bullir de nuestro espíritu o el deslizamiento hacia un sentimiento de renovado optimismo que nos tiende a afectar en estos días, todo eso no es, en definitiva, más que una simple consecuencia de la inclinación del eje de
la Tierra. Menos mal que nadie tiene el poder de enderezarlo.
También la intensidad informativa parece haberse contagiado estos días del efecto del calendario. Arde la política exterior de nuestro país, sobre todo en sus flancos más sensibles, y de paso nos deja la economía tiritando, asomada al borde de una grave crisis, con una alocada subida de precios, una deuda por las nubes, una inflación descontrolada y una amenaza de escasez de energía como fruto de una inexplicable decisión con relación a uno de nuestros vecinos; este Gobierno ya ha demostrado muchas veces que es especialista en crear conflictos donde no los hay sin nada que ganar a cambio.
No está el verano para muchos despilfarros viajeros, justamente cuando más necesitábamos vivir intensamente ese tiempo de desinhibiciones y sentirnos con una actitud renovada ante el paisaje de cada mañana después de dos años de tener que imaginarlo desde casa. Pero tratemos de no pensar demasiado y ser cigarras por un momento, que ya se encargarán desde arriba todos los días de amargar el tono de nuestro canto.

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