miércoles, 8 de diciembre de 2021

Todo igual

Entre la avanzadilla del invierno que nos ha llegado en forma de frío, nieve y riadas, la  amenaza de otra variante del virus, que no acaba ni de irse ni de quedarse quieto en su estado actual, y el volcán, que sigue con su furia intacta, la naturaleza parece empeñada en recordarnos sus poderes y su grado de indiferencia por nosotros. Entre todo eso y lo que ponemos de nuestra parte los que nos llamamos seres racionales, la actualidad anda, como siempre, desapacible, hosca y produciéndonos inquietud cada vez que nos acercamos a cualquier noticiario. Da la impresión de que esta especie de mono desnudo que se ha apoderado del planeta tiene como actividad preferente la de preocuparse en hacer lo posible por no ser feliz. Yo creo que de todas las maldiciones que los dioses han echado a los hombres en todos los sitios y épocas, ninguna pudo ser tan perversa como esta: condenados estáis a empeñaros en hacer lo contrario de lo que deberíais hacer para ser felices. Y en eso estamos.
Si con la naturaleza no cabe más diálogo que decir amén a todo lo que nos imponga, sí está en nuestra mano tratar de modificar lo que tiene su origen en nosotros en busca del mayor bien posible. Podría hacerse una clasificación primaria de las personas, dividiéndolas en dos grupos: las que buscan problemas y las que buscan soluciones. Pero, a pesar de su atractivo enunciado es eso, primaria, porque los que buscan problemas lo hacen casi siempre pensando que con ello consiguen soluciones, con lo cual el problema se alarga hasta el infinito. Somos un tejido inextricable de contradicciones, intereses, hipocresías, ambiciones y pasiones ocultas, y en virtud de ellas mentimos, fingimos y pasamos por encima de la verdad y hasta de nuestras propias convicciones.
El reflejo de esto en nuestra vida privada tiene siempre un alcance limitado, e incluso puede que se compense en muchas ocasiones con actitudes nobles y sublimes, pero en el campo de la política es realmente repugnante. Una guerra en la que las armas son unas pobres gentes desesperadas a las que se envía a morir de frío ante una frontera cerrada o ahogados ante cualquier costa de una tierra prometida; en muchos sitios tiranías, dictaduras y aplastamiento de voluntades; aquí una pandilla de chantajistas tratando de obtener para su huerto todo lo que puedan a cambio de sus raquíticos votos, y un Gobierno que cede lo que sea con tal de conseguirlos. Frente a tanto dogmático, que piensa que es el único que ha encontrado la verdad, vendría bien algo del escepticismo de quien se queda en su búsqueda.

No hay comentarios: