lunes, 15 de abril de 2024

El mes de mi vida (y 5)

 Han pasado ya tres meses desde que empezó todo. La enfermedad no cede, ni cabe esperar que lo haga, pero está controlada y se ha vuelto previsible. Se han ido venciendo todos los demás achaques que la agravaban y ahora las horas negras de máximo temor ya no amenazan de inmediato. Quedan, eso sí, la diálisis y sus consecuencias, con las que habré de convivir siempre y contra las que espero ir encontrando nuevos modos de defensa.

 No sé si a este reportaje se le podrán añadir nuevos capítulos. Significaría que la vida se enrabieta defendiéndose y que aun en ese trance sigue dándonos lecciones sobre lo que sabemos de sobra: lo efímero que resulta todo, la vulnerabilidad que nos acompaña siempre, la fortaleza de los auténticos sentimientos, el poder casi milagroso del verdadero cariño, la evidencia de que todo es finito. Pero al mismo tiempo, un aire que parece brotar de lo mejor que tenemos y que vivifica nuestra esperanza y nos ayuda a encontrar motivos para ello en la seguridad de que mañana también amanecerá.

            

                                                            FIN

 

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