miércoles, 19 de febrero de 2020

Pecado original


A nuestros gobernantes municipales no les ha parecido nada bien la posibilidad de que la Universidad Laboral fuera propuesta como candidata a ser Patrimonio de mundial de la Unesco. El origen. Esa es la cuestión, el origen. Está en pecado concebida. De ahí que durante muchos años se la haya dejado languidecer, se haya minimizado su valor patrimonial y hasta fuera considerada por algunos como un estorbo molesto por su condición de testimonio. Se dictó contra ella la vieja condena a la "damnatio memoriae". Se la desproveyó de sus señas de identidad y se arrancaron sus símbolos y sus marcas de nacimiento para situar su origen en el limbo de la bruma histórica. Se desvirtuó parte de su función, se borraron sus referentes fundacionales, se ocultaron pinturas, se le añadieron pegotes y se quitaron motivos decorativos, con lo que dejaremos a nuestros hijos un edificio amputado y les negaremos el derecho a juzgarlo por sí mismos en su integridad original. Pero es que, además, es inútil. El conjunto de la Universidad Laboral responde a un concepto indivisible. Todo en ella, el aspecto externo, la concepción estética, la disposición arquitectónica, la simbología espacial, la finalidad, todo es claramente representativo de la ideología que la creó, y eso seguirá siendo inevitable salvo que se la destruya hasta los cimientos. ¿Para qué mutilarla, entonces? Es como pretender que un león deje de parecer un león porque se le corten cuatro pelos del rabo.
Sin duda en algunos primará una pretensión honesta de acabar con las manifestaciones simbólicas de un régimen antidemocrático, pero en otros se adivina un resentimiento que no les es posible arrancar del subconsciente. Son los mismos que se empeñan en que esté para siempre estigmatizada por su marca de origen. No importa su aportación a la formación cultural y profesional de nuestros jóvenes, ni su contribución al prestigio de la ciudad, ni su condición de último recurso de tantas familias que tuvieron en ella la única oportunidad de forjar un porvenir para sus hijos.
Es muy posible que nuestra Universidad Laboral no consiga entrar en esa selecta lista de la Unesco, pero que sea por razones puramente objetivas, según se ajuste o no a los requisitos exigidos, y no por la forma de pensar de quienes la concibieron y la levantaron. Y en todo caso, guste o no su origen, despierte o no su poderosa silueta resquemor en los espíritus más sectarios, lo cierto es que, después de 2.000 años de historia, es el único monumento notable que Gijón puede enseñar al forastero.

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