miércoles, 2 de diciembre de 2009

El barco y el puente

El revuelo que se ha formado en torno al estatuto catalán viene a confirmar que el análisis sereno y la capacidad de previsión son cualidades que nuestros dirigentes políticos consideran secundarias ante el efectismo de los pactos y los mercadeos. Sesudos politólogos habrá que puedan explicarlo con enmarañados argumentos, pero el ciudadano tiene derecho a preguntarse cómo se puede poner en vigor nada menos que una ley de rango estatutario sin comprobar primero que se ajusta al marco legal superior. El caso recuerda a aquel otro que pasó a todas las antologías universales de la chapuza. Lo cuenta Pedro Voltes en uno de sus libros. El astillero Intermarine, situado en el río Magra, junto al puerto de Ameglia (Italia) aceptó en 1981 el contrato de su vida: construir los cascos de un minador y 4 lanchas para Malasia. Hasta entonces se había dedicado a embarcaciones menores, pero aquel era un encargo muy provechoso. El trabajo no tardó en estar listo, pero entonces se dieron cuenta con horror de que la desembocadura del Magra estaba atravesada por el histórico puente de Colombiera, orgullo de la comarca. Hasta entonces, los barcos construidos habían pasado sin problemas, pero estos no podían. La empresa se ofreció a derribar el puente y reconstruirlo a su costa para evitar el ridículo, pero el municipio de Ameglia se negó. No sabemos como acabó. Tampoco sabemos cómo va a acabar esto otro, pero el puente que aquí puede romperse es mucho más importante.

1 comentario:

libreoyente dijo...

Admirado Luis: Es estupendo ver que la serenidad, esa vivificadora virtud que según tú falta en el análisis de nuestros políticos, anida en tus comentarios. Esperemos que también ocurra en la mayoría del común de las gentes y el bosque no nos impida ver los árboles ni la intención del camino.